—La segunda persona en unirse a nosotros, será Valentina. Estará solo un tiempo con nosotros, ya que finalmente se sumará a otro departamento de la empresa. —El jefe se paró al lado de la segunda persona.
—Ho...hola, será...un buen momento compartir un placer con ustedes...digo, perdón...quiero decir...será un placer compartir un momento con ustedes. —dice la chica, de cabello negro recogido, brillantes ojos azules, y lentes de lectura, que demostró una gran introversión al trabarse mientras hablaba.
—Y en tercer lugar, ella es Mary. Hija de empresarios, que viene con aspiraciones de grandeza. Una mujer con bastante futuro. —El jefe se posó ahora junto a una mujer joven, de largo cabello rubio, vestida con cierta elegancia.
—No necesito presentaciones, pronto me conocerán bien, por las buenas o por las malas. Creo que les conviene que sea por las buenas. Ni se imaginan quienes son mis padres. —pronunció la rubia con un tono altivo, mientras observaba a los demás por encima del hombro.
—Esta nos va a traer problemas. Te apuesto lo que quieras. —dijo Martín en tono bajo.
—No, para nada. Si es divina. —respondió Olivia en un tono sarcástico.
—La última vez que tuvimos a una persona así arrogante con nosotros, la oficina estuvo patas arriba en cuestión de unos pocos días, y ni siquiera tenía un puesto muy importante, era una asistente junior. —agregó Sophie.
Las presentaciones terminaron. Los tres nuevos continuaron cada uno a su puesto para comenzar a adaptarse a este nuevo lugar. David, el hombre de apariencia femenina se dirigió directamente hacia Olivia.
—Hola. No me pude presentar bien antes. Soy David, quien te ayudó cuando te caíste hace un momento en la calle. —El chico esbozaba una gran sonrisa, mientras reposaba una mano sobre su pecho.
—Descuida, yo estuve mal. Me fui sin más, sin presentarme ni agradecerte. Me comporté de forma descortés. —Olivia baja un poco la cabeza.
—No hay problema, lo hice desinteresadamente. ¿Cómo te llamas? —David acercó una silla para sentarse al lado de ella.
—Oh, mi nombre es Olivia. Un gusto conocerte. —La joven mujer lanza una pequeña risita.
—El placer es todo mío. Dime una cosa, ¿en qué puesto estas aquí? —consultó David mientras observaba los alrededores.
—Soy asistente de recursos humanos, ellos dos también. Estaremos contigo, o podría decirse que estaremos a tu servicio. —Sophie y Martín también se acercan a saludar al hombre vestido con prendas femeninas.
—Increíble. Va a ser genial poder contar con tantas personas geniales en mi oficio. Creo que lo pasaremos bien...salvo por cada fin de mes cuando hay que liquidar sueldos de empleados y no damos abasto, y ustedes llevan la peor parte de todo. —David soltó una risita tímida.
—No te preocupes por eso, nosotros tres somos amigos, asi que solemos hacernos burlas o chistes para hacerlo mas ameno. De otra forma, realmente nos volveríamos locos. —aclara Martín.
Los cuatro continuaron conversando en torno al escritorio de Olivia, mientras le enseñaban como funcionaban las cosas en aquel lugar. Permitiéndole tener acceso, desde el primer día, al conocimiento necesario para llevar a cabo correctamente el nuevo papel que desempeñaría en la empresa.
El atardecer cayó, y con él, llegaba el final de la jornada laboral. Antes de retirarse, David intercambió números telefónicos con Olivia, Martín y Sophie, y fue sumado a los dos chats grupales de ellos tres, los cuales usaban para mantener separadas las conversaciones por trabajo y las charlas informales de amigos.
Finalmente todos se fueron y Olivia fue la única de ellos que quedó en la oficina, la cual decidió dejar ordenado su escritorio antes de retirarse. Una vez acabado esto, antes de que pueda recoger su bolso para irse, Mary pasa cerca con una taza de té, la cual vuelca a propósito sobre la ropa de Olivia, intentado parecer que fue un accidente. Tras eso, ella rápidamente se retira sin decir nada con la taza vacía en la mano.
—Martín no mintió cuando dijo que esta chica nos traería problemas. —susurró Olivia en un bajo volumen de voz como para ser oída únicamente por ella misma.
Sin mas remedio que llegar a casa y quitarse esa ropa para lavársela, decidió irse, iniciando el largo descenso por escaleras que le tomó unos cuantos minutos, para que, al llegar a la planta baja, se diera cuenta que el elevador ya estaba funcionando.
—Olivia, ¿no tomaste el elevador? —pregunta David tras salir del interior de ese elevador, y ver a la chica fatigada tras tanto descenso en escaleras.
—¡¿Qué?! ¿Desde cuándo funciona? —preguntó Olivia sorprendida.
—Parece que durante las presentaciones del jefe, estaban terminando los arreglos. Asi que llevan un buen rato desde que ya funcionan con normalidad. —El chico femenino esbozó nuevamente una sonrisa.
—Me cago en... —Olivia se ahorró las ganas de insultar, aunque no haya podido completarlo de todas formas, ya que al descender el penúltimo escalón, ya que uno de sus tacones resbaló y cayó, aunque nuevamente, David estaba ahí para evitar que impacte contra el suelo.
—Lo volveré a decir. Ten cuidado cuando uses tacones. Lo sé por experiencia propia, son más una desventaja que otra cosa. —comentó el chico mientras se encontraba arrodillado en el suelo, sosteniéndola en sus brazos.
—Entiendo, tendré cuidado. —Ambos permanecieron mirándose fijamente a los ojos durante unos cuantos segundos.
—Este, ehh...¿no vas a tu casa? —consulta David.
—Oh, es verdad, mi gato debe estar hambriento. Pobrecito. —Olivia rápidamente se recompuso.
—¿Tienes un gato? A mi me encantan los 'michis', tengo dos en mi casa. Uno se llama Sargento, al otro lo llamé Teniente. Es que me gustan mucho las cosas militares y la obra de Tom Clancy. —David cerró sus ojos manteniendo firme su sonrisa mientras se ponía de pie.
—Oh, ¿de verdad? —Olivia se sorprendió bastante—. Mi gatito se llama Capitán. Pero, lo llamé así porque es como el rey de la casa, quien manda un poco —rio brevemente—, es como tener un capitán de ejército en casa.
—Es increíble, ¿sabes algo? Creo que tu y yo podemos llevarnos excelentemente. —exclamó David con notoria alegría.
—Coincido totalmente. —Olivia sonrió.
Ambos se abrazaron y salieron juntos del edificio, separándose en la puerta del mismo para tomar cada uno su propio rumbo. La noche comenzaba a caer, Olivia decidió hacer una parada antes de llegar a su casa.
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El chico princesa
RomanceOlivia es una oficinista de una importante empresa en su ciudad. Un día, ingresa un nuevo contingente de nuevos empleados a esa empresa, y ella se enamora a primera vista de una joven chica. No tardará en descubrir, que no se trata de una chica, sin...