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Un cielo azul con divertidas formas en las nubes pasajeras, un viento tan sutil que podría ser casi cálido, un panorama natural, decoraciones como dulces para el ojo, el olor del rocío y un viento sutil...

-Ya casi empieza, deberíamos buscar un lugar para sentarnos.

Puntualizó mi marido, despertando en mi estomago esas mariposas que te abordan cuando los nervios entran en tu sistema y otro poco por compartir momentos especiales con el ser amado y la familia.

-Ay sí, si es un lugar con sombra mejor.

Respondió exasperada mi abuela; asentí con la cabeza accediendo a sus peticiones.

Encontramos un lugar cómodo para ver a través de toda la gente a un grupo de personas que se alzaban radiantes sobre el escenario, con sus sonrisas radiantes transmitían su felicidad a todos alrededor; incluso a mi un poco. Mi abuela y esposo cantaban al unísono con la gente un par de canciones y yo los acompañaba con un leve vaivén de mis hombros.

El cálido sol de la tarde que anuncia la noche se asomaba dándonos esa sensación de letargo que nos hace anhelar regresar a nuestro hogar.

-Necesito ir al baño, ¿Gustan esperarme o...

-Si quieres te acompaño amo-

-No Sebas, mejor la esperamos con los demás en el carro. Déjala que vaya, no le pasa nada.

Mi marido miró perplejo a mi abuela y luego a mi sin saber qué hacer; simplemente me reí.

-Mi abuelita tiene razón, voy rápido y ya los alcanzo.

-Está bien, pero cualquier cosa me llamas, ¿bueno?.

-No te preocupes.

Me di la vuelta mientras escuchaba la conversación de mi abuela desaparecer a la distancia mientras yo me adentraba más y más en el mar de gente que iba en dirección contraria a la mía. Toqué mi barbilla y me di cuenta de que tenía un cubre-bocas puesto pero sin usarlo correctamente, bajé la mirada para comprobar que, en efecto, tenía uno medio puesto y tuve una sensación rara ya que hace un momento no podría asegurar que eso estuviera ahí. Contemplé mi cabello rosado y una sonrisa abandonó mis labios ya que me parecía irónico que mi cabello combinara con las decoraciones del evento: un rosa pastel que en lo personal me parecía un color muy relajante; al levantar la mirada lo primero que encontré fue un cabello rosado-rojizo como hace tantos años y todas emociones se aglomeraron en mi interior para después en forma de nudo atorarse en mi esófago, rápidamente y comprendiendo la presencia de quien se aproximaba a mi sin él haber reparado en la mía, subí mi cubre-bocas hasta la nariz esperando que no se diera cuenta de que estábamos tan cerca el uno del otro pero sucedió... Nuestras miradas de cruzaron y fue cuando vi el café roble de sus ojos que pude terminar de confirmar (si es que había alguna duda) de quién se trataba. En cuestión de segundos desvíe la mirada y seguí mi caminar, con la esperanza de que no hubiera notado nada, que esto fuese producto de mi mente delirante, tal vez un mal chiste provocado por el alcohol en mi sistema, un cruel y mal chiste...

Apresuré el paso, esquivando gente para salir de la multitud e ir hacia un camino más apartado: donde la caricia del sol no lograba llegar, soñando pasar desapercibida, pero mi ilusión más bien se vio destrozada al escuchar pasos marcados detrás mío; lo supe.

Venía detrás mío.

Casi corrí hacia el sanitario de mujeres y una vez dentro me escondí en uno de los cubículos deseando privacidad, un refugio que momentáneamente obtuve y con él la esperanza de que tras unos minutos dejaría pasar el asunto y se marcharía. Lo único que se escuchaba en toda la estancia y gracias al eco era mi agitada respiración, mil y un pensamientos pasaban por mi cabeza: ¿por qué aquí?, ¿por qué con mi familia presente?, pero sobre todo... ¿por qué después de tanto tiempo?.

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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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