𝚂𝙸 𝙲𝙾𝙽 𝙴𝙻 𝙿𝙴𝙽𝚂𝙰𝙼𝙸𝙴𝙽𝚃𝙾 𝚂𝙴 𝙲𝙰𝙼𝙸𝙽𝙰𝚁𝙰 𝙲𝚄𝙰́𝙽𝚃𝙾𝚂 𝙺𝙸𝙻𝙾́𝙼𝙴𝚃𝚁𝙾𝚂 𝙰𝙻 𝙳𝙸́𝙰 𝙴𝚂𝚃𝙰𝚁𝙸𝙰 𝙲𝙾𝙽𝚃𝙸𝙶𝙾.
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NARRA _____:
Me desperté y me levanté de mi cama con bastante cansancio.
Dí un largo bostezo antes de irme al baño a cumplir mis necesidades y lavarme la cara.
Un olor delicioso llenó mis fosas nasales al momento de bajar las escaleras.
"Que bien huele", sonreí con satisfacción.
"Gracias, hice unas enchiladas suizas"
"¿En serio? Así con mejor razón"
Él era un grandioso chef, técnicamente aprendí a cocinar gracias a su ayuda. Generalmente hacía comidas latinas.
Empecé a poner la mesa para los dos.
"Es raro un desayuno, el último que tuve fue una semana antes de que llegáramos a este lugar".
"¿Tan descuidados son?", solté una risita. Sí, siempre lo han sido.
"Supongo. Solo comamos", él asiente y finalmente comenzamos a desayunar, Dios..en serio extrañaba sus comidas.
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Después de bañarme y alistarme me puse a acomodar mi habitación y escombrar un poco, no me gusta el polvo. Tanto me entretuve que casi olvidaba que iba a salir con Saiki, si no fuera por su voz en mi mente juro que ni siquiera saldría.
"Perdón, lo olvidé". Cerré la puerta detrás mío.
"Si has sido tu quien me invitó", lo miré de mala gana pero tenía razón.
"Dije que lo lamentaba", dió una sonrisa apenas visible que me hizo un revuelco en el estómago. "C-como sea..vámonos"
Ignoré esos pensamientos y caminamos por donde siempre para luego entrar a la pequeña cafetería. Ahí pedimos lo que deseamos, él su típica gelatina de café y yo simplemente un pastel de chocolate.
Comimos en silencio pues queríamos disfrutar plenamente de nuestro dulce aperitivo, cuando terminamos nos fuimos al centro, creí que no lo haría pues parece tan antisocial.
"¡Mira! Una joyería", sin darle opción de sí o no, simplemente corrí al lugar y entré, los anillos se veían tan costosos pero eran lo de menos. En un momento, Saiki también llegó.
"¿Tanto te gusta?", preguntó.
"Cómo no tienes idea". Pregunté por unos y hubo uno que se parecía al mío, entre todos era el más grueso. "Mira, prueba este para combinar", dije en broma pero él me lo quitó de las manos y se lo puso. Creí que su reacción sería la misma de siempre pero sonrió, una vez más, pero más que un revuelco en mi, me hizo sentir confundido.