Un Alago Puede Mejorar Un Día

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Las personas se arreglan porque quieren verse bien, no por nadie más. Pero hay veces en las que quieres que vean que hay algo diferente en ti, aunque nadie nunca lo note.

El azabache estaba frente a un espejo con una sombra de ojos color rojo. Con delicadeza poniéndoselo con ligeros toques.

Terminando se puso unos aretes colgantes de corazón, eran de color blanco.

—"No sé por qué me arreglo si de todas maneras nadie lo notará." —pensaba desanimado, en el fondo quería que alguien notará que traía algo diferente.

[...]

Caminando por las calles de Yokohama, en azabache estaba en su mundo. De un momento a otro tropezó con alguien, estaba apunto de gritarle cuando se dio cuenta de quién se trataba.

—Jinko. —Dijo a lo bajo, su mirada transmitía enojo hacia él.

—Ah... Akutagawa. —Respondió el contrario con nerviosismo.

Se miraron el uno al otro, uno con odio y otro con nervios.

—No tengo tiempo para pelear contigo. Muévete, jinko. —Su voz era directa y segura, poniendo sus brazos cruzados.

El albino suspiró de alivio ante eso y dijo, —Ay, que bueno. Me iré entonces. —lo dijo ya con calma

Estaba dispuesto a irse cuando de repente escuchó. —Bonita sobra por cierto. Esos aretes también te quedan bien. —Dijo sin esperar una respuesta.

Las mejillas del azabache ardieron en rojo y un pequeño brillo llegó a sus ojos. Tenía una mezcla de vergüenza y un sentimiento que desconocía en su pecho. Con una voz baja y penosa respondió. —Gracias... supongo.

El albino rió ante eso y se despidió. El azabache lo veía alejarse y cuando se perdió entre la multitud siguió su paso.

Una pequeña sonrisa en su rostro lo acompañaba, su día se sentía menos pesado.

...

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Akutagawa y más cosas sobre élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora