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Hundida
en medio
                   [del colchón]

me pareció
desgastante
                       [estúpida]
la idea de morir.

De seguir siendo
el juego
                [la marioneta]
de alguien,
cuyo pasatiempo no es otro
que llevar y traer mi alma

de un infierno a otro
de un cielo a otro

creyendo
que mi vida
no vale nada
                         [para mí]

sin saber que
la única promesa que hice
fue morir
en mis propias manos

por más oscuridad
que me rodee,

por más aire que me falte

[nadie más que yo
será dueño de mi alma,

y procederé a sacarmela
antes de que
cualquier deidad
quiera a llevarme].

Fin.

Vicisitudes - [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora