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En algunas ocasiones, no siempre, pero a veces, Hinata debía forzarse recordar que no era más que una simple mesera trabajando en un bar a las dos de la mañana.

Cuando Yahiko la contrató, realmente no había tenido tiempo para pensar en lo que trabajar en la madrugada significaría para ella. Por fin tenía un empleo, aunque bien sabía que no ganaría lo suficiente como para no necesitar otro, pero por lo menos podría comenzar a solventar sus gastos.

Yahiko, el dueño del bar Media Noche es un buen jefe (gracias al cielo). Ser joven tal vez es lo que lo hace actuar como un hombre justo, ya que él no le ha fallado ni una sola vez.

La primera vez que Hinata tuvo que enfrentarse a una situación difícil, fue cuando llevaba poco más de una semana trabajando. Un hombre en evidente estado de ebriedad palmeó una de sus nalgas, casi haciéndole soltar la bandeja que llevaba entre sus manos.

Recuerda perfectamente la sonrisa amarillenta que él le dedicó, como sus ojos brillantes en un deseo podrido la observaban casi como si quisiera arrancarle la ropa con los dientes. La única reacción que Hinata pudo tener fue dejar la bandeja sobre el enorme mesón, correr hacia el baño y eventualmente vomitar lo poco y nada que había comido aquel día.

Yahiko no tardó en golpear la puerta, Hinata no se atrevió a dar demasiados detalles pero para él no fue necesario. Lo había visto todo, por eso es que antes de buscar a Hinata desterró a aquel hombre de su bar con un fuerte golpe directo en la mandíbula. Él le había amenazado con hacer una denuncia en su contra y Yahiko respondió que entonces mostraría a la policía las cintas de seguridad.

La segunda vez, fue unos meses más tarde, para ese entonces Hinata ya era una experta en todo lo que Yahiko se había encargado de enseñarle.

Un hombre un poco mayor que ella, luciendo una apariencia más encantadora pero desaliñada, no tuvo problema en mirar descaradamente hacia los pechos de Hinata mientras se inclinaba para depositar sobre la mesa tres botellas de cerveza.

Lindas, muy lindas.

Había mencionado sin descaro alguno, pasándose la lengua por labios ante la atenta y sorprendida mirada de Hinata.

Respira, uno, dos, tres...

Contar hasta diez fue suficiente para no tener la misma reacción que en el pasado. Sus manos se aferraron a la bandeja mientras le daba la espalda a aquel sujeto que de seguro ahora tenía sus ojos fijos sobre su trasero.

—¿Cuánto quieres por unas horas?

Aquello sin duda le había descolocado.

—¿D-Disculpe?

Había preguntado de regreso, volteando hacia él para enfrentarlo. Sus delirantes ojos negros la veían con notoria exitación en la mirada, lo cuál hizo que Hinata sintiera cierto rechazo hacia sí misma.

—Eso —mientras le quita la tapa a la botella con los dientes y bebe un grotesco sorbo de su bebida, desliza sus ojos sobre el cuerpo de Hinata sin límite alguno. — ¿Cuánto quieres?

—Lo... Lo mento, pero no le estoy entendido.

Una carcajada fuerte y gruesa traspasa el fuerte volumen de la música. Hinata traga con fuerza el nudo pesado que se ha instalado en medio de su garganta.

—Por supuesto que una chica decente que no necesite dinero, no estaría aquí a estas horas de la noche. Así que... —su mirada de enciende más aún. — ¿Cuánto dinero quieres por acostarte conmigo, zorra?

Hinata no era fanática de la ropa ajustada, y es que tenía dos grandes razones para ello. Yahiko pareció comprender sus razones para no llevar la camiseta del bar de la misma manera, pero aún así Hinata sabía que no era necesario ajustarla, y precisamente por ello es que cada vez que había una mesa nueva, rezaba por no oír comentarios sugerentes hacia su cuerpo. Pero, lo quiera o no, de todas formas sucedía, a veces más, a veces menos.

Por La Media Noche [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora