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En un bosque antiguo y solitario, vivía un cuervo llamado Elyon. Sus plumas eran blancas como la nieve y cantaba con dulzura. Pero a pesar de su hermoso canto, vivía solo, pues los animales huían de él.
Cada mañana, Elyon se posaba en su rama solitaria y miraba al cielo. Su plumaje blanco destacaba en el bosque gris. Anhelaba ser parte de algo más grande, pero su soledad le pesaba como una sombra.
Un día, Elyon encontró un viejo libro en el suelo del bosque. En doradas letras decía: "Para hallar paz, el corazón debe hallar lo que anhela". Con esperanza en el corazón, Elyon comenzó a buscar lo que le daría paz.
Las estaciones cambiaron, y el bosque se volvió más gris. Elyon notó que su plumaje blanco se tornaba oscuro. Y así, el libro fue olvidado entre las hojas secas.
Elyon encontró un estanque rojo oculto entre los árboles. Al mirarse en el agua, vio que su plumaje ya no era blanco. Su canto ya no era alegre.
Una noche sin luna, Elyon miró las estrellas lejanas. Su plumaje se volvió negro como la noche. El cuervo blanco había cambiado en la sombra de sí mismo.
Elyon voló al centro del bosque, se posó en una rama baja y, con un suspiro, se dejó caer. Su cuerpo negro se desvaneció como una sombra en la incertidumbre de la noche.
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A todas las almas que han buscado paz en el silencio eterno, este cuento es para ustedes.
