Martes.
Lisa odiaba los Martes. Eran los típicos martes trece, esos que dicen que traen mala suerte y que las brujas buscan tirar veneno por el lugar donde habitas con frecuencia. Si bien no era martes trece, pero era un martes y ya con eso bastaba. Se miró al espejo dos veces seguidas, el atuendo no le cuadraba, pero tenía que asistir a la reunión que habían organizado sus jefes. No estaba tarde, pero si seguía buscando un atuendo correcto, terminaría estándolo. Quizás, si buscaba con un día de anticipación las opciones disponibles, tal vez no se encontraba en la lucha contra su dismorfofobia corporal.
- Basta. Está bien. -se lo repitió mirándose frente al espejo, mientras intentaba engañar a su cabeza de que le gustaba el atuendo y que llegaba a sentirse linda.
Todos los que la conocían, sabían que no era cierto.
Escuchó el sonido de la bocina fuera de su casa. Miró por la ventana que se encontraba a metros del espejo, Jennie se encontraba en su auto, tocando como loca la bocina mientras lograba escuchar que venía reproduciendo Dua Lipa. Se volvió a mirar en el espejo, ahora ya no se veía gorda, se sentía flaca. Suspiró, tomó su cartera y con unas ganas de llorar salió de la habitación.
Diez de la mañana. Un martes. Ella y su dismorfofobia corporal. El calor. Y el hecho de que no halla desayunado la puso de mal humor en cuestión de minutos. Salió de la casa del terror poniéndole llave a la misma y luego, caminó a pasos rápidos hacia el auto gris de su mejor amiga.
- ¿Que es esa cara, Lily? -Jennie miró a su amiga mientras masticaba un chicle-. ¿De mal humor hoy?
La rubia se miró al espejo retrovisor, suspirando en el acto. Cerró los ojos y dejó caer su cuerpo y cabeza sobre el asiento. Jennie entendió lo que estaba sucediendo, no era la primera vez que Lisa demostraba que estaba insatisfecha con su imagen, el hecho de mirarse constantemente al espejo, le hacía entender que necesitaba ayuda. No dijo nada, le dió un abrazo y un besito en la frente, algo que a Lisa le generó un escalofrío, quizás porque aún que lo veía venir, no quería esperarselo.
- Dicen que hoy vendrá una persona interesante a la reunión -comentó su amiga, intentando evitar que la situación se pusiera algo más tensa para su amiga-. ¿Quién crees que pueda ser?
Lisa abrió los ojos con algo de pereza y miro a su amiga atenta.
- Quizás un empresario rico que quiera comprarle la propiedad al ceo, ¿Te imaginas? Dejaríamos de ser exclavas de ese imbécil.
Jennie soltó una risita.
- Estaría buenísimo, a decir verdad -añadió asintiendo-. Pero ese hombre no se va a morir hasta que pague las que hace, es como dicen; yerba mala nunca muere. Y este, por lo visto, tiene para rato aún.
La rubia asintió con la cabeza, observando la carretera. El ceo de la empresa donde su amiga y ella trabajaban, era un hombre manipulador, asqueroso, pervertido y homofóbico. El típico jefe que toda mujer odia tener, incluso peor porque la empresa de él es de puras mujeres.
- ¿Pasamos por un café cuando salgamos? -Jen quizo romper el hielo.
Lisa solo asintió en silencio.
Al cabo de unos minutos, llegaron al lugar. Lisa observó al guardia de seguridad, era el único hombre de la compañía después del CEO, siempre se encontraba en la entrada del estacionamiento, recibiendo las credenciales que daban a conocer que se trabajaba allí, Lisa no mostró la suya, él era una persona muy amable que siempre que la veía que se iba sola a casa, la acercaba hasta la esquina, o le hacía el aguante hasta que su taxi llegara. Taehyung, era el único hombre que valía la pena que lo quisieran, Tae era la excepción.
- Buenos días. Taehyung -Jennie mostró la credencial que venía colgando del cuello-. ¿Que tal la mañana?
- Buen día -Tae les sonrió a ambas-. Y siendo honesto, está muy pesada. Ya perdí la cuenta de cuántas personas vienen ingresando, ¿Acaso viene el presidente?
Jennie alzó los hombros sonriendo.
- Huele a que si.
Se sonrieron nuevamente, Lisa se despidió con la mano cuando su amiga estaba acelerando para buscar un lugar para estacionar. Cuando bajaron del auto, Jen puso seguro y caminaron juntas hacia la entrada del edificio que tenían enfrente. Observaron las personas con prendas delicadas y caras que se encontraban parados mirando por todo el lugar. Cómo empleadas, saludaron uno por uno y subieron hacia la oficina del ceo, quién las esperaba con exaltación.
- Kim, Manoban. ¡Aquí están! -suspiró entregándoles dos planillas-. Por favor, Manoban, pase el listado de los presentes que se encuentran en esta oficina. Y usted Kim, vaya a la sala a pasar listado también. Estamos atrasados, la reunión va a empezar más tarde y me imagino que se dan cuenta que eso va a dañar la reputación de la empresa.
Lisa se dio media vuelta, para tomar rumbo hacia donde la mandaron. Jennie, en cambio, miró primero la planilla con tranquilidad y luego fue a realizar sus tareas. Estaban hartas de hacer todo a las apuradas solo porque ese hombre era un despistado. Los pasillos estaban llenos, mucha gente la cual se le notaba en la ropa nomás la mucha plata que quizás cargaban de manera constante con ellos. Lisa, llegó a pensar que quizás la empresa sería vendida. Y rogaba que así fuera.
Al ingresar a la oficina, unos hombres de trajes y bien perfumados la recibieron poniéndose de pie. Lisa hizo una reverencia, sintiéndose algo incómoda por las tantas miradas; ¿Realmente se veía tan mal? Se sentó en la esquina, quedando delante de todos. Ella era la que organizaba las reuniones y era secretaria general del lugar. A veces representaba al Ceo, a veces, no. Pero hoy, por lo visto, iba a realizar solo la entrada.
- Buenos días. Soy Lisa Manoban, secretaria y encargada general. Es un gusto conocerlos -intentó sonreír, pero mirar a tantas figuras masculinas delante suyo le generó un escalofrío inexplicable.
Tenía miedo.
- Voy a pasar listado de las personas que se encuentran presentes. El CEO vendrá en unos minutos.
Los muchachos, acomodaban la corbata o sus moños cada tanto, logrando que Lisa se sintiera tensa. Necesitaba respirar por unos minutos para calmar la ansiedad que eso le provocaba. Miró la planilla, se puso sus lentes para leer y empezó a nombrar uno por uno.
Esto parecía una escuela.
- ¿Luca Andersson?
- Presente.
- ¿Kim SeokJin?
- Presente.
- ¿Han Ji Sung?
- Presente.
- ¿Choi YeonJun?
- Presente.
Cuando iba a ponerse de pie, una voz cálida pero a la vez escalofriante llamó la atención de Lisa. En el fondo del lugar, un joven de contextura física familiar le sonreía mientras se expresaba hacia su persona.
- Disculpe, señorita Lisa. ¿No figuro en el listado?
Lisa. Aturdida y con ganas de salir de ahí, hizo contacto visual con el chico de orbes oscuras.
- ¿Podría repetirme su nombre?
Los demás, miraban con atención la vestimenta del pelinegro. No estaba con traje negro y blanco, tenía un traje bordo, uno que le resaltaba la existencia misma.
- Claro, por supuesto. Soy el licenciado Jeon Jungkook.

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Heal | jjkk ;; lsmn ¹
FanfictionCansada de llorar todas las noches a su costado y de no recibir lo mismo de la otra parte; Lisa decide darle fin a su relación tóxica, llevándose consigo también; un odio inmenso hacia los hombres. Pero una reunión de negocios la lleva a conocer a J...