32; con gastón?

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El festival en Colombia había terminado, y como siempre, era una tradición juntarnos en una habitación del hotel a hacer algo. Con Rache teníamos una idea: escuchar música y jugar a algo. Mientras planeábamos las cosas, aparecieron los chicos. Yo saludé a Gastón y a Pato, mientras que a Guido no lo saludé. Me quedé mirándolo; conectamos miradas unos segundos y corté el contacto visual.

Rache puso música en el parlante y yo fui a la mini heladerita que había en la habitación a sacar unas botellas de cerveza.

Les di a cada uno de los chicos en la mano, pero a Guido le dejé su botella en la mesa.

Rache puso "Hasta el fin del mundo" de Karina la princesita. La miré con odio y le susurré, "hija de puta".

"Tú no te imaginas lo que siento por ti, 
cómo me haces falta cuando estás lejos de mí. 
Si tú me dejaras, no sabría qué hacer, 
cambiaría mi vida, me podría enloquecer."

Cantamos como locas, Rache y yo, como unas cornudas dolidas. Después de terminar el mini karaoke, me senté al lado de Gastón.

—Espero que les guste la picada, ¿eh? —dije, y los chicos rieron. Yo agarré un poco de la picada.

Apoyé mi cabeza en el hombro de Gastón y lo miré. Me salía bien hacerme la que se sentía bien y que no pasaba nada, pero estaba hecha mierda.

—¿Por qué no jugamos al juego de la botella? Tengo una. Es, o contestar o, para evitar la pregunta, tomar un shot de vodka y poner cien dólares —dijo Pato mientras terminaba de tomar. De fondo empezó a sonar "Veneno" de Delaossa.

"Tú eras tóxica como veneno, 
pero me falta el aire desde que no estás. 
Quizás no me trajeses nada bueno, 
pero al menos no nos la pasábamos mal."

Miré a Pato y asentí. Todos los chicos y yo nos sentamos en ronda; la botella estaba en el medio.

—Bueno... empiezo yo —dijo Guido y lo miré. Nuestras miradas otra vez se estaban conectando, pero otra vez, yo las evitaba. Guido giró la botella y apuntó a Rache.

—Bueno, Rache, es verdad que... sos una ortiva con las fans? —dijo Guido, y yo lo miré enojada y confundida. ¿Cómo le vas a preguntar eso, IMBECIL?

—No, aunque no lo demuestre, yo ayudo a las fans. Cuando fuimos a Río Cuarto, unos guardias andaban molestando a las chicas que estaban en la valla —dijo la pelirroja, y yo estaba indignada por la pelotudez que dijo Guido.

Un par de rondas habían pasado.

—A ver... —giró la botella Rache y terminó apuntándome a mí. La miré con una sonrisa.

—A ver... —dije y ella sonrió malvada.

—La próxima persona que la botella apunte te la tenés que chapar —dijo Rache y yo me quedé en blanco—, sacando a Pato, porque él es un gobernado.

—Buee, tampoco para tanto —dijo él. Rache giró la botella y cuando apuntó a Guido, me quedé en blanco.

Tenía dos opciones: besarlo a Guido, fingir demencia y cumplir el reto de mierda, o tomarme un shot y poner los dólares. Aunque en el fondo de mi corazón, extrañaba el roce de nuestros labios. Sabía bien cuál era la opción.

Los chicos se quedaron en silencio, se escuchaba la canción de fondo y yo me levanté, fui donde estaba mi mochila y agarré mi billetera.

Saqué el billete de cien dólares y lo puse debajo de la botella. Agarré el shot de vodka.

—UHHHH —dijo Pato y se rió mientras señalaba a Guido.

Miré a Guido; sería. Él se me quedó mirando con una cara de tristeza, como que quería demostrar arrepentimiento.

Era el turno de Pato; dio vuelta la botella y apuntó a Gastón.

—Uh... Gastón, es verdad que cuando Lucía y Guido estaban saliendo, vos te la garchaste dos veces en una joda? —dijo Pato, y quise que me tragara la tierra. Aunque Pato ya estaba pasado en alcohol, qué hijo de puta.

Tapé mi cara porque eso ni siquiera me lo acordaba yo. Todo el ambiente de nuevo estaba rodeado de un silencio incómodo. Miré a Gastón y también él. Había opciones. Si él decía que sí, Guido se iba a recalentar. Y si ponía la plata, lo mismo, pero no lo confirmaba; dejaba en claro que quizás hubo algo...

Y así fue, Gastón puso la plata y tomó el shot. Rache se quedó boquiabierta y yo puse una mano en mi frente para tapar mi cara.

Vi cómo Guido se levantó y fue con Gastón afuera de la habitación.

Habían dejado la puerta arrimada, así que me puse detrás de la puerta y empecé a escuchar.

—¿Vos no tenés códigos? ¿Cómo te vas a coger a Lucía en la época que estábamos saliendo? Y ayer te la GARCHASTE SABIENDO QUE ESTABA MAL POR ELLA —dijo Guido, levantando un poco la voz.

—Para vos estás un poco confundido... yo no me la garché, estábamos jugando con vodka ayer y nos manchamos... —dijo Gastón, su voz se escuchaba tranquila, como si no tuviera nada que ocultar.

—Sos un chiste, Gastón. Ahora por tu culpa Lucía ni en pedo vuelve conmigo.

—No va a volver, Guido, tenés que entenderlo. Que te entre en la cabeza. Vos la ENGAÑASTE —remarcó Gastón, y tenía razón. Me dolió cómo lo remarcó, pero era algo que Guido había hecho y que me dolía mucho.

—Sos un hijo de puta. ¿Cómo vas a andar con mi ex cuando sabes bien lo que siento por ella?

Y ahí salí yo.

—¿A vos qué mierda te importa si ando o no con alguien, Guido? Si vos tenés a tus gatas. —Me crucé de brazos y él me miró.

Gastón me miró y me susurró que si podía dejarme sola, y asentí. Él se fue y quedamos Guido y yo afuera de la habitación del hotel.

—¿Me vas a dejar explicarte las cosas? —dijo Guido, y negué.

—Deja de estar pendiente de lo que hago, Guido. Sos un hincha pelotas, basta, te lo dije.

—¿Por qué estás tan negada a escucharme? ¿Tan traumada estás con tu ex que creés que todos los hombres somos iguales e infieles? Ni siquiera sabes lo que pasó; ¿por qué no me dejas explicarte, Lucía? Como yo, en su momento, dejé que hables y me expliques cómo eran las cosas, vos tendrías que hacer lo mismo. Deja de ser insegura.

Ja. Cuando mencionó a mi ex, me hirvió la sangre.

—Cerrá el orto de una vez por todas, Guido. ¿Te pensás que con esas excusas de mierda te voy a perdonar? Me chupa tres huevos lo que me tengas que decir. Yo estoy siguiendo con mi vida. Si quiero salir con otra persona, lo voy a hacer y listo. Vos también deberías seguir con tu vida, no quedarte quieto esperando a que yo te escuche, porque no lo voy a hacer.

Me di vuelta y él me agarró de los hombros. Estábamos muy cerca, frente a frente.

—Me chupás bien los huevos que no me quieras escuchar, pero yo te lo voy a decir de una: nunca fui infiel y nunca lo iba a hacer. Esa trola me venía molestando hace una banda y la había invitado para dejarle las cosas en claro, de que vos eras mi novia, de que me deje en paz. —Sentía la respiración de Guido; dios, la distancia entre nuestras caras era muy corta.

—¿A las tres de la madrugada te parece invitar a alguien para dejar las cosas en claro? Ella dijo "te voy a hacer que disfrutes tanto al punto que te olvides que tienes novia." A vos te parece que eso es dejar las cosas en claro? —Lo miré.

—¿Miraste mi celular? ¿Qué tan bajo podés caer al punto de revisármelo? —Él se alejó. —¿Te pensás que porque fuiste cornuda en tu relación pasada, significa que me tenías que controlar? No puede ser, sos un chiste. Sabés qué, hacé lo que se te cante bien el orto. Ya sabés mi versión. Hacé lo que quieras —dijo Guido y se fue.

𝐥𝐨𝐯𝐞𝐫𝐬 𝐫𝐨𝐜𝐤. || 𝐠𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐚𝐫𝐦𝐢𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora