Capítulo 2: Permiso

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Hola, chicos, ¿cómo están?
Aquí tienen otra lectura para ustedes 😍😍

¡Que tengan una buena lectura! 

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"Sabía que algo estaba pasando", murmuró Yuji en voz baja mientras esponjaba la almohada antes de empujarla de nuevo. "Claro que algo estaba pasando", vociferó para sí mismo, su voz elevándose.

"¿Por qué el gran Ryomen Sukuna sugeriría hacer la tarea un viernes por la noche? ¿Por qué no cenar, bañarse y quedarse en mi maldita cama mientras él hace eso?"

Yuji giró la cabeza para mirar a Sukuna, que descansaba en su cama mientras él estaba sentado en el futón al lado.

Sukuna agitó un dedo en el aire, mientras con la otra mano hojeaba una revista de baloncesto. "Perdiste la apuesta".

"Te equivocaste en el juego y me mataste atravesando la pared", gruñó Yuji, apretando los dientes. Sukuna se encogió de hombros, dejando caer la revista de lado y rodando sobre su estómago para enterrarse aún más en la cama.

"Apaga las luces", murmuró Sukuna, ya acomodándose bajo las mantas, y Yuji deseaba poder echarlo de ahí.

En lugar de eso, apagó las luces y también se metió debajo de las mantas, agradecido de haber comprado un futón decente. El colchón no tenía olor, y él frotó su rostro distraídamente contra la almohada, somnoliento y cansado.

Se quedó dormido poco después.

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Yuji despertó sobresaltado, su cuerpo tenso y su respiración apenas audible. Miró frenéticamente a su alrededor en la oscuridad sin sentido, mientras una sensación opresiva lo aplastaba y una vibración sorda sacudía sus pulmones.

Apretando los dedos contra el colchón, intentó sentarse, pero descubrió que no podía; algo sobre la manta lo sujetaba. Solo cuando logró estirar un brazo y tocar aquello encima de él se dio cuenta de que estaba tocando un cuerpo muy caliente.

Fue entonces cuando sintió dientes en su cuello.

Inmediatamente, empujó el cuerpo con todas sus fuerzas, gruñendo. Lanzó al intruso lejos de él, solo para ser derribado en el futón, con manos apretando sus bíceps.

Yuji pataleó y gruñó al azar, escuchando al cuerpo sobre él intentando morderlo cerca mientras luchaban.

Con otra explosión de fuerza, empujó al extraño justo cuando vio un destello de cabello coral descolorido del atacante bajo la débil luz de la luna que entraba por su ventana. Su estómago se revolvió de pavor.

"Sukuna..." jadeó Yuji cuando sus sentidos se agudizaron y finalmente percibieron el olor que saturaba su habitación. Era una tormenta violenta, un aroma que golpeaba contra sus instintos y hacía que se le erizara la piel. Los ojos de Yuji se abrieron de par en par al comprender.

El calor que seguimos trayendo l Sukuita (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora