El eclipse de la magia.

Capítulo 1

La tarde era lluviosa, las gruesas gotas de agua helada caían precipitadamente contra el suelo, salpicando las ventanas de las casas en Nultsgard, la capital del reino (con el mismo nombre), en donde apenas era posible distinguir nada entre el borroso paisaje.

Los pasos resonaban por la plaza principal ¿qué clase de loco saldría a dar la vuelta en un día tan tormentoso? ¿quizá algún vagabundo o mercader desafortunado que no pudo guardar sus mercancías?. O eso pensaría cualquiera, no obstante, una silueta oscura con una capa de viaje ondulante era lo que hacía contraste; ojos marrón como el roble, cabello oscuro como el azabache, facciones afiladas, una mueca torcida formada por sus labios delgados y pequeños indicaba cierto disgusto, repentinamente, un chispazo oscuro materializó a una criatura esbelta, de piel violeta, con ojos negros grandes, una sonrisa sutil, con mechas de cabello largos y negros como el azabache, sus facciones contraídas destacaban su belleza, de lo más alto de su frente, salían un par de retorcidos cuernos.

-Majestad, disculpe la demora.- una voz femenina más fría que el agua que caía, se excuso frente a la silueta de aquel sujeto.

-Insolente, la tardanza es algo que no perdono, la reprimenda la tendrás en su momento, ahora camina rápido y no pierdas más tiempo con excusas tontas, ustedes los Tiflin son bastante ineficientes pese a su buen adepto a la magia oscura.- dijo finalmente el sujeto con una voz que no reflejaba emoción alguna, su mirada sin embargo, tenía un destello carmín.

Ambos caminaron por la plaza, bajo la tormenta, la Tiflin que ya había perdido esa mirada segura avanzaba con cautela, mirando a todas partes, mientras el andar de su acompañante era ligero pero firme, seguro y sin dirigir la mirada más que hacia el frente.

-Yerai, espero que puedas cumplir con la misión que te he encomendado, puesto a que ya sabes lo que pasó la última ocasión, recordarás los gritos de lamento y agonía que resonaban en el calabozo después del crítico fallo de tu antecesesora.- resolvió finalmente el hombre con indiferencia, mientras su rostro no reflejaba expresión alguna.

-Descuide majestad, no le planeo fallar, solo debo acertar y disimular.

Ambos continuaron caminando hasta entrar en una antigua torre ya en ruinas, la lluvia, que continuaba rociando el empedrado camino, les facilitaba pasar inadvertidos.

Al entrar en aquella torre, un sitio claramente descuidado y con musgo en las rocas que formaban las paredes de la torre, con alguno que otro mueble, lleno de moho y pergaminos amarillentos rasgados o manchados con tinta ya seca.

-No me preocupa o causa alguna clase de euforia que usted falle en la misión designada, tengo cientos de planes en mente y un millar más en proceso, ciertamente cada paso, cada acción, cada palabra está estricta y rigurosamente planificada.- sentenció sin mostrar la más vaga expresión de emoción alguna en su rostro, agregando.-Sin embargo, preciso que ocurra durante el baile, y te lo advierto, prefiero que solo sea uno y no dos.

La chica Tiflin con un nudo en la garganta y mirada fija en el suelo, tragó saliva con dificultad antes de subir las escaleras en ruinas.

Al subir las escaleras, Yerai observo con curiosidad el equipo de alquimia previamente preparado, mientras tomaba de su bolso de cuero, ampolletas con ingredientes.

Por otra parte, en el primer piso, el rey se hallaba leyendo un gran pergamino antiguo, donde había trazado un mapa estelar.

-El festival de las estrellas se acerca con rapidez, será momento de realizar el hechizo más poderoso de todos los tiempos- dijo para sí mismo en un susurro.

El festival de las estrellas celebrado una vez cada diez mil años, es el evento astronómico más esperado por generaciones, especialmente por los magos cuyo poder procede de las estrellas, puesto a que la perfecta alineación de las estrellas es el escenario ideal para realizar hechizos de este tipo.