Seoul, 1965.
La Guerra de Corea había terminado hacía solo 12 años y el país estaba en pleno proceso de reconstrucción. Los jóvenes crecían en un entorno de cambio y modernización.
Yeosang, a sus 25 años ya era abogado y tenía un futuro brillante, aunque en secreto odiaba la vida que tuvo que escoger al seguir las órdenes de sus padres cuando prácticamente le habían obligado a estudiar esa profesión y olvidarse de seguir sus sueños. Él era un fanático de los Beatles y soñaba con convertirse en músico. Pasaba horas en el café C'est Si Bon en Myeong-dong, escuchando la música que llegaba del occidente y discutiendo sobre filosofía y política con esos nuevos amigos que había hecho allí.
Se había negado tanto a tratar de entablar amistades de nuevo luego de prácticamente huir de quien fue su mejor amigo desde pequeño...
Junji era un chico increíble. Fueron a la misma escuela, sus familias vivían en el mismo vecindario. Para él no había nada que los pudiera detener, eran él y su hermano contra el mundo. Solo que él era el único que lo creía así, por eso cuando Junji confesó su amor, Yeosang se sintió raro y asustado.
—Junji, no puedes hablar en serio. Somos amigos, nada más —dijo Yeosang, riendo incómodo, temiendo que su amistad se arruinara.
Pero Junji no se rindió. Este siguió repitiéndole en cada oportunidad lo mucho que lo amaba y como jamás podría volver a ser su amigo, esperando que Yeosang entendiera. Sin embargo, Yeosang se alejó, fue preso del pánico al recordar que su padre varias veces le exigió casarse con una buena mujer y tener hijos.
Yeosang planeaba irse a Japón con la excusa de trabajar allí, aunque era verdad, su objetivo era poder hacer lo que siempre quiso: estudiar música y adoptar un gatito. Junji, desesperado, lo enfrentó y le dijo:
—Si no eres para mí, no serás para nadie.
Yeosang, intentó calmarlo, pero Junji ya había cruzado la línea.
Seoul, enero de 1969.
Faltaba cada vez menos y no podía sentirse más feliz. Sus padres se sentían algo nostálgicos, pero no le iban a detener y él agradecía eso. Su hermana mayor no paraba de repetirle todos los consejos posibles, qué hacer si necesitaba ayuda, y lo más importante: escribirle seguido porque lo extrañaría.
Esperaría hasta el último día para empacar porque su ser ansioso funcionaba así, la presión del tiempo le haría guardar todo rápidamente, siempre hacía eso en cada viaje, lo que pasaba es que no sabía cuándo volvería de este. La última prueba era esa fiesta de despedida que sus padres organizaron –y muy apresurada, su viaje era en un poco más de 10 días, pero bueno, quién era él para evitarlo– se divertiría como fuera, además que parecía que Junji estaba asimilando y respetando su decisión, se sentía cálido poder ver a su mejor amigo hablándole con la hermandad que tuvieron en el pasado.
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Algo que no podía evitar pensar era lo hermoso que era Yeosang, y lo molesto que era que se resistiera tanto a él.
Yeosang fue su constante muchos años, lo veía casi a diario y no pudo evitar enamorarse, y este tampoco entendía lo frustrante que era amarlo como lo hacía y que él lo rechazara todo el tiempo, por eso, cuando el señor Kang comentó casualmente que su hijo se iría a vivir a Japón, la rabia lo consumió totalmente. Y aún se sentía así. No podía creer que tuvo que enterarse del viaje antes de que Yeosang se lo dijera, por eso esa tarde en diciembre hizo su sentencia.
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The Ghost of You [JongSang]
FanfictionJongho era escéptico, totalmente. No creía en todos los rituales y supersticiones que Seonghwa le sugirió cuando se fue a vivir por su cuenta a una casa antigua, hasta que su gato, empezó a jugar en las noches y le hicieron dudar que en verdad estuv...