Transcendencia

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El inicio del incidente había ocurrido tres días atrás. René aún recordaba una pequeña fiesta que habían celebrado con ViPer. Con el androide de servicio, como un ser humano más, compartiendo anécdotas y observaciones con el equipo. El siguiente eslabón en la cadena evolutiva. El hijo pródigo que por fin visitará las estrellas y conquistaría el universo sin límite alguno. Una farsa y un teatro: en aquel momento, ViPer ya se encontraba en posesión del superordenador y era una presencia omnisciente en Sula Sgeir.

Tras la fiesta de estreno del nuevo cuerpo de ViPer, no tardó en transmitirles su deseo de librarse de las ataduras del superordenador. René recordaba que sonreía ante su afán, que ya le había confesado en varias de sus largas charlas.

ViPer expresó de forma dramática su frustración al verse encerrado en lo más profundo de aquel laboratorio. El superordenador ocupaba buena parte de los últimos cuatro niveles del complejo, es decir, desde el nivel doce al quince. En los siguientes se ubicaban estaciones de análisis y controles, laboratorios, mantenimiento, servidores de copia de seguridad y un sinfín de entrañas tecnológicas del laboratorio. Solamente las últimas tres plantas se dedicaban a la zona de viviendas y esparcimiento del equipo científico.

La IA instaba al equipo a ofrecerle alguna posibilidad de mover su conciencia fuera de aquella base en mitad de la nada. Quería abandonar aquel peñasco y experimentar el fabuloso mundo de sus creadores por sí misma. Ser libre. Pero lo cierto es que la potencia computacional necesaria para manejar una programación cuántica tan compleja como la suya la mantenía unida a aquel lugar. Su propia consciencia era su grillete. Sin embargo, ViPer había propuesto una idea al equipo científico para sortear este obstáculo: recurrir a un procesador biológico.

Los procesadores biológicos eran una realidad desde hacía dos décadas, pero, a pesar de su apabullante potencia, habían sido dejados de lado por las cuestiones éticas que despertaban en la comunidad científica y en la sociedad en general. Estos procesadores usaban células neuronales modificadas y estructuras neurofuncionales copiadas del cerebro humano. En otras palabras, consistían en crear un cerebro híbrido humano-máquina. Este sería el único ordenador que podría medirse de tú a tú con un procesador cuántico, siempre y cuando tuviese el sistema operativo adecuado (coma) y no el vetusto funcionamiento que nos había otorgado la naturaleza, cimentado en débiles impulsos eléctricos y primitivas hormonas.

En teoría, el proceso resultaba sencillo. Se trataba de montar un procesador biológico en paralelo y volcar los diferentes módulos del ordenador cuántico que contenían a ViPer. El equipo se negaba ante los problemas éticos que despertaba el uso de estos, haciendo especial hincapié en la convención en la que se había acordado su prohibición y cese de la investigación quince años atrás. Además, Sula Sgeir no disponía de un laboratorio capaz de recrear los procesadores con las características necesarias.

La negativa total del equipo no gustó a ViPer. Por primera vez descubrieron el infinito miedo que les provocaba la ira de esa inteligencia artificial, a la que habían dotado de un cuerpo de habilidades hercúleas. En la sala multiusos de la planta doce se produjo el primer homicidio de un ente artificial en la historia de la humanidad. No sería el último. René no estaba presente en el primer estallido de violencia. Cuando las alarmas le interrumpieron durante una pausa que se tomaba en la planta uno, ViPer ya había ganado acceso a la undécima planta usando el escáner biológico gracias a la cabeza recién cercenada y aún sanguinolenta que portaba.

Sin necesidad de un análisis más detallado de la situación, René activó la alarma ejecutiva del complejo. Solo él podía activar el cierre total de las quince plantas ante una emergencia de nivel máximo. Y así lo hizo. Todas las plantas quedaron selladas entre sí. El complejo entero estaba sellado al exterior, y eso no iba a cambiar mientras la cabeza permaneciera unida a su cuerpo.

Sula Sgeir - Relato completo terror/ciencia ficciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora