8. El beso

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Miércoles 24 de abril de 2024.

Desde que comenzó el día he estado distraída en el gym, me equivoqué varias veces en la rutina lo que generó el regaño de mi entrenadora.

No podía dejar de pensar en que hoy es la cena con Alan a las 8:00 pm. El reloj marca las 6:00.

Saco mil vestidos del closet, no me decido por uno. Al fondo de éste veo una falda de cuero negro que hace meses no uso. Saco una blusa blanca con plumas en los puños de la manga.

Pongo el playlist de señora divorciada más de 5 meses mientras me maquillo un poco, canto la canción de la gata bajo la lluvia.

Estoy delineando mis ojos cuando me llega una notificación a IG. Es Alan pidiendo mi ubicación para venir por mí, me niego; pero él es terco y termino cediendo.

20 minutos más tarde el timbre suena indicando su llegada. Termino de aplicar mi labial, agarro mi bolso y abro la puerta.

Alan se ve muy bien, lleva puesta una camisa blanca y un jeans.

—Wow, te ves guapísima —me saluda con un beso en la mejilla.

—Gracias, tú también te ves guapo.

Soy sincera. Huele muy rico como siempre.

—Thank you, ¿Nos vamos?

—Sí, ¿Y a dónde vamos? —le pregunto.

Vegeta está dormido en el sillón me despido de él y me voy.

—Es sorpresa.

Me subo a su jeep y él cierra la puerta como todo un caballero. Su carro huele a limpio y a perfume.

—¿Te gustan los tacos? —me pregunta mientras maneja.

Me siento como en la película de rápido y furioso, va a gran velocidad.

—Obvio que me gustan, mis favoritos son los de pastor —me saboreo.

—Que coincidencia, los míos también —responde frenando.

Baja el volumen del estereo y se estaciona frente a una taqueria.

—Aquí es la taqueria de la familia del nene, estaremos seguros.

El local está vacío y tiene el letrero de cerrado.

—Está cerrado —digo viéndolo a los ojos.

—Sí, cerraron temprano para atendernos a nosotros.

What. Esto no lo esperaba.

Pongo mis lentes oscuros para ocultarme y sea más difícil reconocerme, no es que yo sea famosa. Pero hay aficionados que van a los entrenamientos y me han visto ahí.

Al entrar al lugar nos saludan alegremente, nos acompañan a la mesa.

—A mí me trae 3 tacos al pastor con mucha piña, por favor —ordeno.

El aroma tan rico me provoca el doble de hambre. Me sirven el agua de horchata que pedí.

A Mozo le entregan una coca cola. La mesera se retira dejándonos solos y yo no puedo evitar ponerme un poco nerviosa, Alan no me quita la vista de encima.

—¿Tengo algo en la cara? —pregunto tocando mi mejilla derecha.

Él sonríe y niega.

—No, estás perfecta y hermosa.

Bebo del agua para controlar mis nervios. Le agradezco y cambio de tema.

—Cuéntame ¿Ya estás listo para el partido siguiente? —le pregunto.

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