Acordes en la Ciudad de la Furia.

"En La Ciudad De La Furia"

Era una noche lluviosa en Buenos Aires, y la ciudad brillaba bajo el reflejo de las luces de los edificios en las calles mojadas. Gustavo Cerati, con su estilo inconfundible y su aura de misterio, había decidido tomar un descanso de la rutina y sumergirse en el caos urbano, buscando inspiración para su música. Mientras caminaba bajo la lluvia, sintió el impulso de refugiarse en un pequeño café, un lugar acogedor y oculto entre los rincones de la ciudad.

Al entrar, encontró un rincón tranquilo donde se sentó y pidió una copa de vino. La atmósfera del café era cálida, un contraste perfecto con la fría y lluviosa noche afuera. Mientras disfrutaba de su bebida, notó a alguien entrando en el café, con una presencia que captó su atención de inmediato. Era Jorge González, el enigmático bajista chileno, conocido tanto por su talento como por su carisma. Jorge, en busca de un respiro después de un día agotador, decidió entrar en el mismo café, sin saber que su noche iba a cambiar por completo.

Jorge se acercó a la barra y pidió una bebida, notando a Gustavo en la esquina. Aunque no se conocían personalmente, el destino parecía haberlos reunido en este pequeño refugio. Gustavo, reconociendo a Jorge, se acercó con una sonrisa intrigada.

—¿Jorge González?.. Qué sorpresa encontrarte aquí. — dijo Cerati, su tono mezclado con admiración y curiosidad.

Jorge levantó la vista, sorprendido pero complacido.

— Gustavo Cerati. No esperaba encontrarme con alguien de tu calibre en un lugar como este. —

La conversación entre ellos comenzó de manera casual, pero pronto se tornó en algo más profundo. Compartieron historias sobre su vida y su carrera, descubriendo que a pesar de sus orígenes diferentes, compartían una pasión similar por la música y una conexión inesperada. La lluvia seguía cayendo, creando un ambiente mágico que parecía envolvérselos en una burbuja de intimidad.

A medida que avanzaba la noche, la conversación se volvió más personal. Gustavo, sintiendo la atracción y la conexión entre ellos, se inclinó hacia Jorge, con una mirada que denotaba tanto deseo como vulnerabilidad.

—En esta ciudad, a veces siento que todo es un juego de apariencias.— dijo Gustavo, su voz suave y cargada de emoción —Pero en esta noche, con esta lluvia y este refugio, me pregunto si encontraremos algo más real.—

Jorge lo miró intensamente, sintiendo el peso de sus palabras. La conexión entre ellos era palpable, y la atracción crecía con cada palabra.

—Lo que busco en la vida.. — dijo Jorge, acercándose un poco más —es algo que me haga sentir completo, algo real en medio del caos.—

Gustavo, atrapado por la intensidad de la mirada de Jorge, bajó su voz a un susurro.

—¿Me dejarás dormir al amanecer entre tus piernas?— preguntó Gustavo, sus palabras cargadas de una mezcla de deseo y ternura.

Jorge sintió un escalofrío ante la pregunta. La sinceridad y la vulnerabilidad en la voz de Gustavo hicieron que su corazón acelerara. Sin apartar la mirada, Jorge respondió con una sonrisa suave y llena de promesa.

—Si esta noche es nuestro refugio, si en este caos encontramos algo auténtico, entonces no hay nada que desee más que ofrecerte ese descanso—

La atmósfera del café parecía resonar con la intensidad de su conexión. La lluvia afuera se convirtió en una sinfonía de fondo, mientras ambos se sumergían en un abrazo que parecía hacer desaparecer el mundo exterior. La noche continuó con ellos compartiendo momentos de cercanía y descubrimiento, cada uno encontrando en el otro una fuente de consuelo y pasión.

Al amanecer, cuando la lluvia había cesado y la ciudad comenzaba a despertar, Gustavo y Jorge se encontraban envueltos en una cálida intimidad. La promesa de su amor se había materializado en una noche de conexión profunda, y mientras la luz del día empezaba a filtrarse, sabían que habían encontrado algo real en medio del caos.

Así, en la ciudad de la furia, donde las apariencias a menudo ocultaban la verdad, Gustavo y Jorge habían encontrado un refugio en el abrazo del otro, un lugar donde podían ser completamente ellos mismos, lejos del ruido y las expectativas.