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La música de victoria sonaba en el estadio. Heimdall había anunciado el ganador de la 6ta ronda.

Ahora estaban 3 - 3, empatados prácticamente.

Mientras había murmullos, el dios de cabello negro salió un momento a estirar las piernas y relajarse un poco, pues su plática anterior con Lord Odin lo había, ligeramente, molestado.

- Por fin paz - Murmuró en voz baja el pelinegro.

Se encontraba por los pasillos del valhalla, evitando a toda costa entrar a las habitaciones de los einherjar, fácilmente los mataba si no tenían un volundr.

La caminata era silenciosa, y eso le agradaba al dios. El silencio era hermoso y agradable hasta cierto punto.

Pero no obstante, su paz no duraría mucho tiempo, ya que rápidamente sintió como algo o más bien, alguien, lo examinaba de lejos.

- Genial, otro idiota - Frunció el ceño y siguió adelante en silencio.

- ¿Qué hace ese bastón? - Preguntó la voz, ligeramente curiosa mientras empezaba a caminar hacia el dios.

Beelzebub suspiró, que pregunta tan estúpida, todos los dioses sabían para que servía.

- Debe ser de otro lado - Pensó el dios, pues sabía que también estaban por aquí dioses de panteones lejanos.

Pero rápidamente se pertubaría, ya que sintió como una mano le tocaba el hombro.

- ¡Eres muy callado para ser un dios! - Exclamó un joven de cabello castaño.

El demonio se sobresaltó.

No tenía apariencia ni pinta de dios, tampoco era semi - dios y ni siquiera un héroe de mitología...

El joven era alto, de ojos celestes que chispeaban curiosidad, su cabello castaño claro ligeramente ondulado, su traje científico y unas gafas protectoras guindaban de su cuello.

Era un mortal, un humano... ¿Qué hacía aquí? ¿Se había perdido? ¿Por qué es más alto que el? ¿Es acaso uno de los luchadores del ragnarok? ¿Por qué se ve tan inteligente para ser humano?

El humano extendió su mano y le dió una cálida sonrisa al dios.

- ¿Por qué me sonríe?... ¿Por qué se me hace?... - Los pensamientos rápidamente invadieron a Beel.

El solo retrocedió y saludó con la manita de lejos.

- ¡Me presento! Soy Nikola Tesla, inventor e ingeniero del siglo XIX - Dijo con ligera emoción el humano.

- ¿Un humano? - Preguntó, con curiosidad, el demonio.

Era la primera vez, que veía a un humano que no le tenía miedo... Se sentía ¿bien? ¿Por qué? Tal vez solo se estaba emocionando por que había alguien que no le tenía miedo.