(Cap 6) Todo va bien

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SIGUIENTE CAP

Después de aquel primer beso, la noche se desató en un torbellino de deseo. Cairo era todo lo que podía pensar, todo lo que podía sentir. Cada movimiento, cada susurro, cada roce de su piel contra la mía aumentaba la intensidad de nuestra conexión. El mundo exterior dejó de existir, y en ese momento, éramos solo nosotros dos, devorándonos con la mirada y el tacto, como si nuestros cuerpos estuvieran diseñados para encontrarse.

Su respiración era rápida, entrecortada, y cada vez que se acercaba más, sentía cómo su aliento cálido me recorría el cuello. Mi piel se erizaba con cada toque. Mi mente, aunque todavía un poco nublada, solo podía centrarse en ella.

C:-Quiero sentirte dentro de mí —susurró Cairo, su voz apenas un murmullo cargado de lujuria, pero con una dulzura que casi rompía el aire.

Mis latidos resonaban en mis oídos. Había una urgencia en sus palabras, un anhelo que compartíamos. Nuestras bocas se encontraron nuevamente en un beso desesperado, lento y profundo, como si estuviéramos saboreando la última gota de un veneno delicioso. El mundo fuera de esa habitación se desvanecía; el ruido de la fiesta, la confusión de la noche, todo quedaba eclipsado por el calor que se acumulaba entre nosotros.

Nuestros cuerpos entrelazados se movían en un compás perfecto, sincronizados como si hubiéramos esperado este momento toda nuestra vida. Cada roce, cada caricia era un paso más hacia algo inevitable, algo explosivo. El sudor que nos cubría hacía que la piel se sintiera más viva, más real, más sensible. Éramos dos almas fusionándose en una sola.

C:—No pares —jadeó Cairo, sus manos recorriendo mi espalda con una desesperación que parecía no tener fin.

El deseo nos arrastraba a un lugar primitivo, donde solo importaba la necesidad del otro. La cama crujía bajo nosotros, testigo silencioso de una noche que, sin saberlo, marcaría un antes y un después.

Finalmente, agotados, nos tumbamos en la cama, nuestros cuerpos aún pegajosos, respirando con dificultad. El sonido de nuestras respiraciones se mezclaba en el silencio de la habitación, creando una melodía íntima que solo nosotros dos podíamos escuchar a pesar de el ruido afuera.

T/n:—No quiero que esto termine —murmuré, mi voz apenas un eco de lo que sentía en ese momento.

Cairo giró hacia mí, sus ojos brillando con una mezcla de agotamiento y satisfacción. Su mano acarició mi mejilla con ternura.

C:—No tiene que terminar —susurró, y sus labios buscaron los míos nuevamente, pero esta vez con suavidad, sin la prisa de antes, como si quisiera saborear cada segundo de lo que compartíamos.

La Mañana Después

El sol se filtraba tímidamente por las cortinas, proyectando sombras suaves en la habitación. Abrí los ojos lentamente, sintiendo la cama vacía a mi lado. Cairo no estaba, y una pequeña punzada de incertidumbre me atravesó el pecho. ¿Había sido solo una noche pasajera? ¿Algo que ambos dejaríamos atrás con la salida del sol?

Me levanté, el cuerpo aún un poco adolorido por la intensidad de la noche anterior, y me vestí rápidamente. El reloj marcaba las 10 de la mañana, pero la sensación de tiempo parecía irrelevante.

T/n:—¿Cairo? —llamé, mi voz sonando más nerviosa de lo que esperaba.

El apartamento estaba en silencio, y por un instante, pensé que se había ido. Pero al doblar la esquina hacia la sala, la vi sentada en el sofá, con las piernas cruzadas, leyendo un libro con total serenidad. La luz de la mañana iluminaba su cabello, dándole un brillo dorado.

T/n:—Buenos días —dije, sintiendo una mezcla de alivio y confusión al verla tan tranquila.

Cairo levantó la vista del libro y me sonrió con la misma calidez que la noche anterior.

C:—Buenos días —respondió suavemente, y sin dudarlo, se inclinó hacia mí para darme un beso en la mejilla, como si la intimidad que habíamos compartido no hubiera cambiado nada entre nosotros. Como si todo fuera completamente natural.

Me acerqué y me senté junto a ella, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, todo estaba en su lugar. Aun así, mi mente no podía evitar pensar en lo que vendría después. ¿Sería esto algo más que una noche de lujuria? ¿Qué significaba para ella?

T/n:—Tengo que estudiar para la clase de Miller —dije, más por llenar el silencio que porque realmente estuviera preocupado por la tarea en ese momento.

Cairo me miró, divertida, y cerró el libro con un chasquido suave.

C:—Yo también —respondió—. Pero antes... ¿qué tal si desayunamos? —Su sonrisa era traviesa, como si estuviera insinuando algo más, pero al mismo tiempo había una dulzura genuina en su voz.

Me reí, relajado por su respuesta, y la abracé, tirando de ella hacia mí. Su risa llenó el aire, y de repente, la tensión de la mañana desapareció por completo.

T/n:—Me encanta la forma en que piensas —dije, besándola en la frente.

Nos levantamos juntos, y mientras Cairo comenzaba a preparar algo en la cocina, la vi moverse con una naturalidad que me desconcertaba. Parecía tan segura de sí misma, tan en control, y me preguntaba cómo es que había acabado aquí, conmigo, después de todo lo que había pasado.

Tal vez esta historia no se trataba solo de una noche. Tal vez había algo más esperando al otro lado de la puerta. Y, por primera vez en mucho tiempo, estaba dispuesto a averiguarlo

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FANFIC CAIRO SWEET
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Hola

Una historia de amor o quizás noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora