⠀⠀⠀ ⠀deux 。

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La cena había culminado hace una hora y por fin Hyunjin se encontraba atrapada en la dicotomía construida entre lo que apenas quedaba a las afueras de una ciudad y el campo que se cernía con ese verde mamerto por los apenas perceptibles rayos de sol. El atardecer acaba de morir siento cobijado por la oscuridad de la noche en un acto trágico de amor y obito.

Hyunjin suspiro cuando vio la entrada del apartado olvidado por los parisinos, Giverny, donde residen los hermosos nenúfares de Monet y que si se esforzaba lo suficiente podía llegar a ver desde la ventana trasera abierta del vehículo en movimiento. Luego de cinco minutos el auto por fin frenó en su complejo de apartamentos y, por primera vez en el día sonrió, totalmente aliviada de al menos poder descansar.

Se bajó del auto despidiéndose del hombre con un zarandeo de mano, casi que huyendo hasta las escaleras en el proceso. Cuando abrió su puerta un olor a naranja y lavanda inundó sus fosas nasales y gustosa se sintió flotar hasta el pequeño recibidor donde se despojo de los tortuosos tacones de punta que llevo todo el dia. Desganada pero erguida camino hasta su habitación en donde por fin se quitó el vestido entallado y lo tiró a quien sabe donde, contrastando con todo el orden de la estancia.

La habitación de Hyunjin y toda su casa en general no tenían mucho que apreciar, porque literalmente era tan minimalista como aprehensiva. Las paredes de su habitación eran de un simple tono hueso, con dos ventanas, cuyo alféizar era amaderado al igual que el piso, las cortinas de encajes blancos transparentes le daban la claridad que la lámpara colgante por sí sola no podría y en el centro de todo una gran cama matrimonial junto con una mesita de noche donde descansaban unas flores tan resecas que sus pétalos negruzcos estaban semi esparcidos por la superficie.

La fémina camino al closet de madera blanca situado frente a la cama y sacó su camisón blanco que se colocó entre la oniria del cansancio. Pero una vez acostada no podía cerrar los ojos ni siquiera. Se arropo con dos cobertores porque de otra forma no podía dormir ya que necesitaba sentirse segura en su cama, aun así el sueño parecía querer despertarse esa noche.

Todo en lo que podía pensar era en las palabras de Jisung y en su idea, ¿de verdad tenía que recurrir a un escándalo para poder darle algo de valor a sus dibujos insípidos?

Era una artista mediocre, esa fue su conclusión y en busca de una mejoría decidió, entre sus pestañas pesadas por el sueño que, después de sus clases iría a los barrios bajos de París a buscar a la candidata perfecta para su obra. 

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Habían pasado seis días desde su resolución y aún no lograba hallar a su musa; ni siquiera tenía algún criterio respecto a quién debería usar, solo suponía que cuando la encontrara entre la multitud de la muchedumbre su inercia tomaría control de su anatomía. Pero era complicado cuando, a cada mujer galante que veía le tenía un recelo peor que a la anterior.

Hyunjin soltó un sonoro suspiro mientras sentía el escozor en su garganta gracias al tibio café que la arropaba al bajar hasta su estómago. Se encontraba sentada en las mesas exteriores de La vie un café situado frente al cabaret más transitado de París. Se cuestiono por un momento todas sus acciones desde que salio de su departamento, arropada con un enorme abrigo negro que la hacia pasar desapercibida o eso queria creer.

El vao salió de su boca cuando otro suspiro se desprende de sus gruesos labios y ya cansada se acomodó el sombrero Cloche negro mientras su cabello ondeaba en libertinaje con el viento.

Pago por su café antes de dirigirse al auto donde su chofer la esperaba dentro, sin embargo quedó entumecida, con las manos hormigueando mientras veía a través de la calle. Una mujer un poco más bajita de ella, con el rostro bañado en inocencia y un rubor gracias al frío del invierno, caminaba jovial en dirección al burdel. Su cabello corto y rojo le robó toda la saliva de la boca y mientras se acercaba casi levitando, presa de una disociación, pudo observar como dos hoyuelos curiosos se marcaban en las mejillas de su contraria cuando sonreía con su boca y sus ojos.

Repentinamente Hyunjin lo supo, debía retratar dicho rostro. Corrió como pudo con sus piernas trémulas hacia su conductor.

—Por favor, necesito que entres allí —le señaló el edificio rojo e imponente mientras el hombre la miraba confundido—. Y me averigues quien es esa chica de cabellos rojos y vestido colorido. Cuando sepas el nombre vas a pagar cuatro horas con ella y la llevarás a mi casa, espero que haya quedado claro.

—Pero… Señorita, es una prostituta.. ¿Que se supone?

—Eso a usted no le incumbe, le dije que esperaba le quedara claro —resopló imitando a su padre mientras lo miraba cruzada de brazos, austera. El hombre se removió en su sitio, incómodo—. Y creo que no está de más hacer la advertencia de que espero que, por ningún motivo esto se sepa.

—Si señorita. La traeré de ipsofacto.

El varón se fue casi despavorido, no podía creer que alguien tan inexpresiva supiera cómo asustar a la gente. Entró al lugar y al instante fue apaleado por el olor a tabaco y alcohol, hizo un gesto de desagrado buscando con la vista a la dichosa mujer que había puesto tan inquieta a su patrona, para su suerte no fue difícil de  hallar, su cuerpo, aunque menudo resaltaba por alguna razón entre la multitud.

El hombre preguntó todo lo necesario y pago por la chica como si no fuera más que un objeto deshumanizado, ahora realizaría su siguiente orden, llevarla con Hyunjin.

platonico ✦ 𝗁𝗒𝗎𝗇𝗂𝗇 。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora