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fa__11Naruto Uzumaki salió de la Universidad, arrastrando los pies después de un agotador día de clases. Su mochila colgaba de un hombro. La ciudad vibraba a su alrededor con el bullicio de la gente que regresaba a casa, pero para él, cada paso se sentía como una carga más pesada.
Habían sido dos años terribles desde que sus padres desaparecieron, dejando tras de sí una montaña de deudas que ahora caían sobre sus hombros. Prestamistas sin escrúpulos lo perseguían sin descanso, y aunque había tratado de pagarles con múltiples trabajos de medio tiempo, el dinero nunca parecía suficiente.
Los efectos del agotamiento eran evidentes. En clase, su rendimiento había bajado. Se quedaba dormido constantemente, y sus profesores, no eran ajenos a reprenderlo.
—Naruto, ¿te quedaste dormido otra vez? —preguntó Kiba, su compañero de clase, con preocupación, mientras caminaban juntos por los pasillos de la universidad.
Naruto intentó sonreír, pero era evidente que algo no andaba bien.
—Estoy bien, solo... cansado —mintió, apartando la mirada.
—Te estás matando con tanto trabajo. Sabés que puedes confiar en nosotros, ¿verdad? —insistió Kiba, frunciendo el ceño.
Naruto se encogió de hombros, sin responder. Sabía que no podía decirle la verdad. ¿Cómo explicar que estaba siendo perseguido por prestamistas violentos? Además, ¿qué podían hacer sus amigos? No quería involucrarlos en su caos.
Esa noche, mientras caminaba de vuelta a su apartamento, algo cambió. Apenas había cruzado la esquina de una calle oscura cuando sintió una presencia detrás de él. Antes de que pudiera reaccionar, un grupo de hombres lo rodearon.
—Uzumaki Naruto —dijo uno de ellos, sonriendo cruelmente—. Te atrasaste nuevamente con el pago.
—¡Puedo explicarlo! —levantó ambas manos intentando mantener una distancia prudente— Mi jefe aún no me paga pero puedo llamarle ahora —quiso sacar su celular pero el mismo que le habló le tomó del brazo impidiendo que busque el celular en su mochila.
—No es nuestro problema lo que haga tú jefe o no —apretó su muñeca—, nuestro problema eres tú y si no pagas a tiempo hay que darte un castigo apropiado para que entiendas.
Naruto se movió e intentó defenderse, pero el cansancio y la inferioridad numérica jugaron en su contra. Los golpes llovieron sobre él, rápidos y brutales. Su visión comenzó a nublarse, y justo antes de perder el conocimiento, una figura sombría apareció en los márgenes de su visión.
Cuando volvió en sí, estaba en un lugar completamente diferente. Un restaurante de lujo. Las luces suaves y cálidas iluminaban el lugar, y un aroma a comida exquisita impregnaba el aire. Sin embargo, todo su cuerpo dolía, recordándole lo que había pasado.
Frente a él, sentado con una calma inquietante, estaba su peor pesadilla; Madara Uchiha.
Madara era el tipo de hombre que llenaba una habitación con su mera presencia. Vestía un traje oscuro impecable, y sus ojos, fríos como el hielo, se clavaron en Naruto con una intensidad casi abrumadora.
—Naruto Uzumaki —dijo con una voz profunda y controlada—. Aún no encuentro a las ratas de tus padres y tú, te perdoné la vida y aún así no eres capaz de cumplir con los pagos. Entonces dime ¿Qué puedo hacer?
Naruto intentó levantarse de la silla, pero su cuerpo apenas respondía. Los recuerdos de la emboscada inundaron su mente.
—¿Qué... qué quieres? —preguntó, aún confuso y débil.
Madara esbozó una pequeña sonrisa, como si disfrutara de la situación.
—La verdadera pregunta es: ¿qué quieres tú? —dijo, inclinándose ligeramente hacia él—. Estás en una situación desesperada, sin dinero, sin apoyo, y perseguido por personas que no dudarán en matarte si no pagas tus deudas. Pero, ¿y si te dijera que puedo cambiar todo eso?
Naruto frunció el ceño. Madara no era alguien con quien se debía jugar. Sabía de su reputación, y no era buena. Peligroso, calculador, y siempre con una agenda oculta.
—¿Cómo? —murmuró, tratando de disimular su miedo.
Madara se recostó en su silla, como si estuviera a punto de contarle un secreto invaluable.
—Sé que no soy el único a quien tus padres deben dinero, los que te atacaron hoy aunque no lo creas no eran mis hombres por lo tanto te ofrezco un trato, trabaja para mí durante un año —dijo, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. Harás lo que te diga, sin preguntas, sin quejas. A cambio, me aseguraré de que todas tus deudas desaparezcan. Serás libre.
Naruto sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. La oferta sonaba tentadora, pero también sabía que nada en la vida era gratis, y menos cuando venía de alguien como Madara.
—¿Qué tendré que hacer? —preguntó, con un nudo en la garganta.
Madara sonrió ampliamente.
—Eso lo sabrás cuando sea el momento —respondió—. Pero confía en mí, Uzumaki, es una oportunidad única. No todos tienen la suerte de recibir una oferta así.
Naruto miró a su alrededor, atrapado en el dilema. Sabía que aceptar significaba sumergirse en algo oscuro, pero, ¿qué opción le quedaba? Las deudas lo estaban aplastando, su vida se desmoronaba, y si no hacía algo pronto, terminaría muerto en algún callejón.
Finalmente, asintió, sintiendo el peso de su decisión en cada fibra de su ser.
—De acuerdo, acepto.
Madara sonrió satisfecho.
—Sabía que tomarías la decisión correcta, Naruto. Ahora, come algo. Pronto recibirás tus primeras instrucciones.
Naruto se inclinó hacia adelante, su estómago vacío gruñendo ante la comida que estaba en la mesa. No podía recordar la última vez que había comido bien. Pero justo cuando sus dedos se cerraron alrededor de los palillos, Madara habló de nuevo.
—Una cosa más, Uzumaki. A partir de ahora, tu vida ya no te pertenece. Si fallas en lo que te pido... habrá consecuencias.
El aire en la habitación se volvió más pesado, y Naruto, por un segundo, se sintió como si acabara de hacer un pacto con el diablo.
Notas:
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué harían en el lugar de Naruto?Yo sinceramente ya me hubiese tirado de un puente así que Madara no habría podido hacer tal oferta. 🤭
En fin, gracias por leer. ♥️
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Two shots and a requiem [MadaNaru]
FanfictionLos padres de Naruto son apostadores compulsivos y al perder todas las apuestas habiendo pedido préstamos deciden huir dejando a su hijo atrás quien debe lidiar con los errores de sus padres. Naruto desde los dieciséis años lidia con ellos, desde qu...