⌗ lamine yamal.

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El estadio prácticamente vibraba con cada grito, con cada aplauso que estallaba en el mar de aficionados, las banderas rojas y amarillas se mezclaban siendo agitadas con fervor creaban un mosaico viviente que parecía celebrar con tanta intensidad ...

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El estadio prácticamente vibraba con cada grito, con cada aplauso que estallaba en el mar de aficionados, las banderas rojas y amarillas se mezclaban siendo agitadas con fervor creaban un mosaico viviente que parecía celebrar con tanta intensidad como los jugadores en el campo y es que no era para menos, España había ganado la Eurocopa.

La respiración de Lamine era pesada, su camiseta estaba empapada en sudor, pero nada podía borrar la sonrisa de su rostro, aquella sonrisa que parecía decir: Lo logramos.

Sin embargo, mientras el resto del equipo corría abrazándose, saltando y posando para las cámaras, Lamine tenía una prioridad diferente; sus ojos barrían la primera fila de las graduadas, buscando algo, o más bien a alguien. 

Y ahí estaban: Su familia, apiñada entre la multitud, con su madre al frente, agitando los brazos y llamándolo con el corazón lleno de orgullo, pero no era solo su madre la que captaba su atención. Justo detrás de ella, con una timidez que lo cautivó y las manos entrelazadas en una nerviosa incomodidad, estaba Angelique, su novia, una persona tan ajena al caos del fútbol, ​​tan diferente de todo aquello y sin embargo estaba ahí por él. 

— ¡Lamine! ¡Ven, ven aquí! — Gritaba su madre con mucha alegría y lágrimas en los ojos, extendiendo los brazos como si quisiera alcanzarlo desde la distancia, mientras le pasaba a su hijo menor a Angelique.

Angelique, junto a ella, dio un paso hacia atrás, como si la idea de unirse a esa vorágine la intimidara, tiró suavemente de la manga de la madre de Lamine, con una mirada que pedía permiso para desaparecer entre la multitud.

— Venga, mujer. — Le dijo su suegra con una sonrisa amable, animándola— Es tu momento también, no te escondas.

Aunque a todos en la familia no les importaban nada las cámaras y toda la gente que había allí, era lo contrario para Angelique, la cual parecía querer hundirse en el suelo. La chica trataba de esconderse detrás de la madre de Lamine, como si las cámaras pudieran dejar de verla si lo conseguía, eso era una batalla perdida, y lo sabía, ya muchos ojos de aficionados se habían fijado en ella, en la chica que estaba con la familia de la joven promesa. 

Lamine desde su lugar vio la escena y entendió completamente de que se trataba, sabía que aquello no era fácil para Angelique, que cada paso que daba hacia él, en medio de tantas miradas, requería de un valor inmenso, pero a su vez sabía que, a pesar de sus miedos, ella lo haría por él.

Sin importarle mucho corrió hacia su familia, no fue hacia la copa, ni hacia sus compañeros; él corrió hacia las personas que realmente significaban el mundo para él. Cuando llegó, abrazó a su madre con fuerza, sintiendo el calor familiar que tanto necesitaba en ese momento, saludó a sus demás familiares, pero sus ojos siempre desviándose hacia la chica que antes cargaba a su hermano, la cual seguía vacilante, sin atreverse a dar el paso inicial para un abrazo.

— Ange, ven aquí — Le dijo con suavidad, extendiendo una mano hacia ella, sabiendo como hablarle para tranquilizarla y supiese que nada pasaría.

Ella vaciló, mirando a su alrededor como si estuviera evaluando todas las salidas posibles, sentía que las cámaras no dejaban de apuntar hacia ellos, que los flashes no cesaban y la presión en su pecho aumentaba con cada clic que su mente imaginaba; pero los ojos de Lamine, mostraban una paciencia y comprensión, esa que solo salía con personas verdaderamente importantes para él, seguían fijos en ella.

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⏰ Última actualización: Sep 25 ⏰

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