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Hongjoong se atrevió a salir de casa cuando su padre le pidió que lo hiciera. Había pasado una semana desde que terminó el año en la universidad y el tiempo parecía infinito. Se concentró en ayudar a ver los tomates, las lechugas y todas aquellas verduras que sus padres cultivaban y les vendían a las personas que tenían restaurantes en el pueblo.

Así era como se ganaban la vida, y Hongjoong no quería darles de qué hablar.

Ese día, se dirigieron hasta uno de los compradores de la familia: el señor Yoon. Y, tan pronto su padre bajó de la camioneta y lo vio hablar con él, el señor se fijó en su persona y su padre le hizo señas para que bajara. Hongjoong apretó los labios y unos segundos después abrió la puerta y bajó con cuidado.

El señor Yoon lo miró, sorprendido.

—Hace mucho tiempo que no te veo —le dijo, pero no podía quitar sus ojos del vientre de Hongjoong. Quizás esperaba ver eso en la única hija de la familia Kim, o que el jefe de hogar le contara las nuevas con su hijo mayor—. Vaya, no sabía que estás esperando un hijo. Tu padre no me comentó nada.

—No tendría por qué decirte algo —le dijo el señor Kim.

—No seas así, hombre, somos amigos.

—Lo que pasa es que mi hijo es reservado o yo no soy de las personas que anda por ahí contando sus cosas —dijo su padre, bajando algunas cajas de la camioneta. Hongjoong solo los miraba, sin saber qué decir.

—Ah, bueno —murmuró, mirando las cajas en el suelo como si estuviera buscando qué cosa más decir—. ¿Viniste a visitar a tu padre?

—Ummm —comenzó Hongjoong, pero el señor Yoon lo interrumpió.

—Mi hijo desde que se casó ya ni me visita, viene muy pocas veces. Pero es porque mi nieto es un bebé aún y supongo que no lo quiere exponer tanto, los primeros meses de vida son así. ¿Qué tal tú? ¿Pensará lo mismo tu pareja o...?

—Seguro que sí —interrumpió el señor Kim—. Aunque... —miró a su hijo—, no sé si es algo que ustedes hayan hablado, no me comentaste mucho al respecto. ¿Cuándo volverá?

—¿Volver? —preguntó el señor Yoon.

—Bueno, es que su novio es una persona ocupada y... justamente ahora está en el extranjero, ¿verdad?

Hongjoong miró a su padre. Tragó el nudo en su garganta y asintió.

—Su familia es accionista... y él ahora está en... Londres —murmuró.

—Vaya, ¿y te dejó aquí?

—Él no quería que tuviera riesgos. Además, es complicado si los bebés... nacieran allá.

—¿Los bebés? Woah, tendrás dos. Por eso decía que ya parecía que se estaba pasando la fecha del nacimiento.

—Bien —interrumpió el señor Kim—. Eso es todo, es la carga que me pediste.

—Pues sí —el señor Yoon contó las cajas, mirando las verduras ellas—. Gracias, es un placer hacer negocios contigo.

El viaje se detuvo en otros dos negocios más, y tanto Hongjoong como su padre contaron la misma historia. Todas esas veces. Ya cuando la parte trasera de la camioneta estaba vacía, comenzó el camino a casa. La camionera levantaba el polvo del camino, pero no era tan sorprendente como las manos sudorosas de Hongjoong jugaban con sus pulgares por sobre su gran vientre, mientras las miraba.

—¿Qué piensas tanto? —le preguntó su padre, luego de diez minutos de un incómodo silencio desde que se subieron a la camioneta.

—¿Por qué me hiciste decir todo eso?

whatever comes | seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora