I'D RATHER PRETEND| Quackity

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¡ capítulo uno !
TRES IDIOTAS
(Buscando un pendejo)

Seis meses atrás 

La noche oscura tomó control del pueblo, indicando la hora del descanso y paz para las mentes trabajadoras que empeñan sus vidas en sacar a otras adelante.

Con el poco viento salado que traía la costa desde la bahía y las farolas viejas iluminando las calles de Santa Rocio, las piernas de una madre de cabello encrespado y ojos vidriosos tropezaron al caminar desesperadamente.

No importó; levantó sus rodillas del suelo tan rápido como pudo y atacó la puerta de su vecina a golpes mientras su rostro se ahogaba en sollozos. No se molestó si quiera en limpiar la tierra que había manchado sus ropas de satin.

Tras el toque incesante y fuerte en su puerta, su vecina le recibió en la entrada con un rostro somnoliento y la mujer de inmediato cae sobre ella, dejando caer su débil y desesperanzado cuerpo sobre los brazos de su vecina, quien la miraba atónita.

"No está mi hijo...¡No está!" Berreó con histeria, sujetándose débilmente del camisón largo de su vecina mientras caía con lentitud al suelo, quedando sobre sus piernas, desamparada y sin saber que más hacer.

"Vecina, cálmese. Voy por mi esposo, iremos a buscarlo todos juntos." Espetó con claridad y la señora Algarra asintió entre sollozos.La sujetó de un antebrazo para levantarla y llevarla consigo hacia adentro.

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Con determinación, su madre abrió la puerta de su habitación sin previo aviso y comenzó a sacar una campera de su ropero como si fuera un lunes a las 4 de la tarde, pero no, son las 2:30 de la madrugada y Alexis no entiende que es lo que hace que a su mamá le haya dado un ataque de hiperactividad a esta hora.

—¿Ma?— Frota sus ojos con cansancio mientras su revoltoso cabello cae en su frente con rebeldía.

—Ponte esto, vámonos hijo, nos están esperando.— Musita quitándole el gancho a la prenda y arrojándola hacia el, cayéndole en la cara —El hijo de la señora Algarra está desaparecido, vamos a ir todos a buscarlo. Apúrate.— Comenta saliendo de su habitación y Alexis no sabe cómo tomar aquello. Es muy temprano para pensar con claridad.

—¿Quién es la señora Algarra?— Pregunta a si mismo, metiendo sus brazos en las mangas de la campera con torpeza, intentando no ceder ante el sueño que lo arrastraba a su cama.Toma su gorro y se lo pone para disimular el nido de su cabello.

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La comunidad estaba reunida a una cuadra de su casa. Varia gente llevaba sus teléfonos y los más ancianos traían consigo sus lámparas de gas. Mientras el pelinegro miraba perdidamente la luz de una de ellas, escuchaba las voces de fondo como un ruido blanco.

Avanzó siguiendo a su familia a paso lento. Su teléfono sin batería fue remplazado por una lámpara de carga manual. Giró la palanca para dar luz a su alrededor y vio a su hermano caminar hacia las colinas junto con otro grupo de hombres.

—Yo y tú mamá iremos al centro, ustedes vayan al cerro a seguir buscando, yo ya tengo las rodillas muy jodidas para subir hasta arriba...— Indica su padre a su hijo y el solo asiente, siguiendo por detrás a su hermano mayor, Adrián.