Prólogo

137 21 4
                                    

¿Qué estaba sucediendo en el paddock?

No era secreto para la prensa ni para los conductores que había tanto omegas como alfas y betas compitiendo en los circuitos de vueltas riesgosas y pavimento caliente. Sin embargo, la presencia de estos diferentes tipos de conductores, con sus respectivos niveles en la jerarquía social y biológica, generaba tensiones y distracciones en aquel ambiente de presión y estrés constante. 

Los omegas, alfas y betas tenían que lidiar no solo con la velocidad y la destreza requeridas en las curvas peligrosas, sino también con las expectativas y prejuicios asociados a su posición en la sociedad de conductores.

Los que más sufrían en estos entornos eran los omegas, considerados la clase más débil y sensible dentro de las jerarquías establecidas. Sus propias feromonas y ciclos de calor los abrumaban constantemente, lo que hacía que enfrentaran un verdadero infierno durante las extensas temporadas de carreras sin descanso. La presión y las demandas del entorno los afectaban de manera significativa, generando un desafío constante para su bienestar emocional y físico. La vulnerabilidad de los omegas los exponía a situaciones difíciles y a menudo los dejaba en una posición de desventaja frente a los demás corredores en las carreras.

Los betas eran como el cero a la izquierda, no eran relevantes y su presencia o ausencia no les afectaba en el ámbito biológico. Sin embargo, ¿alguien alguna vez se puso en su lugar y consideró sus sentimientos y perspectivas? Eran irrelevantes, solo recibían atención porque eran pilotos de la máxima categoría en el ámbito del automovilismo, pero detrás de esa imagen pública, eran simplemente personas normales con sus propias historias y emociones que merecían ser reconocidas y valoradas.

Y, mientras tanto, los alfas eran el mayor nivel en la jerarquía. Destacados por su figura imponente y aura dominante. Eran respetados en su totalidad, eran quienes daban las órdenes y esperaban a que los demás las siguieran. Aunque claro, la mayoría se dejaba llevar por el ego y poder que su título biológico les daba, comportándose como unos totales idiotas. Y entre los corredores, no había excepciones. 

Aunque dejando de lado esas jerarquías abrumantes y exigentes, el ambiente en el paddock era bastante sano. El respeto mutuo era palpable, el ambiente, además de ser competitivo, tenía un flujo de compañerismo.

Pero, ¿qué era lo que distraía tanto a los alfas, como para que perdieran el ritmo en las carreras?

Velocidad [F1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora