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—¿Qué es lo que te sucede, Maxie?

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—¿Qué es lo que te sucede, Maxie?

Fue lo único que Verstappen logró escuchar. Volteó la cabeza, mirando a aquel omega mexicano que le sobrepasaba en edad. Era consciente de que en las últimas carreras su rendimiento había bajado, pero estaba convencido de que eran las modificaciones del RB20. Sin embargo, Max sabía que algo más estaba afectando su desempeño en la pista. Quizás era la presión de mantenerse en la cima, o tal vez la falta de apoyo de su equipo. Una sensación de inquietud se apoderó de él.

—... ¿A qué te refieres? —tartamudeó torpemente, sus ojos turquesas clavados en los ojos chocolates de Sergio.

—Ya sabes, Max —Sergio dio algunos pasos hasta quedar frente a él, acortando la pequeña distancia que se había formado entre ellos—. Los mecánicos ya han revisado tu monoplaza decenas de veces, no hay nada malo en él. ¿Qué sucede en tu cabeza?

Max tragó saliva. Al sentir tan fuerte el aroma del omega cerca de él, su sentido primitivo en busca de un entorno dominante y algo a lo que aferrarse se activó.

Ese dulce, embriagante e hipnotizador aroma a vainilla y canela, con un ligero toque de tequila, lo envolvía por completo.

Juraba que podía pasar horas junto a Sergio y no cansarse de eso. Dominaba la habitación, que, para colmo, estaba solitaria; la única presencia en aquel lugar eran ellos dos, sumergidos en esa atmósfera cautivadora. Cada detalle, cada gesto de Sergio, era magnífico.

—¡Te estoy hablando, Max! —alzó la voz al notar que no lo estaba escuchando.

—A-Ah... Sí, sí... ¿Qué decías? —notó como Sergio suspiró.

—Lo que decía es que estás distraído, ¿ves? Me preocupa. Ya has visto el trabajo de Norris y Leclerc. Si quieres ganar de nuevo este campeonato, debes despegar lo que sea que te esté distrayendo.

—Eh... Sí, opino lo mismo... —rezó para sus adentros no perder el control. Juraba que si estaba un par de minutos más con ese simple y dulce aroma, sin ventilación, moriría ahí mismo de pie. Sin el control de su cuerpo, dejó exponer algunas feromonas fuertes, de un aroma a pino fresco y gasolina que haría retroceder a cualquier omega.

Pero Sergio no era cualquier omega.

—¿Qué intentas hacer, Max? No soy pendejo, siento tu aroma —Sergio alzó una ceja mientras hacía una mueca confundida y se cruzaba de brazos, mirando al nervioso Max.

—Ah... Yo... —tartamudeó de una torpe manera, sus pálidas manos nerviosas se escondieron en sus bolsillos.

Se formó un incómodo silencio entre ambos. Max intentaba evitar mirar los ojos chocolate de Sergio, mientras que el susodicho trataba de atravesar la mente de Max con la mirada para ver que intentaba ocultarle o que le sucedía en esa cabezota torpe. Las feromonas de ambos se mezclaban en el aire, dejando un suave y empalagoso aroma a canela fresca y neumáticos quemados.

Esto no parecía hacer retroceder o afectar completamente a Sergio. Seguía de pie frente a Max con los brazos cruzados, haciéndole frente. Mientras que el holandés hacía lo posible por mantener su cabeza en su sitio y no dejar que aquel deseo primitivo y activo que ocultaba en su interior por seguridad saliera a la luz.

Recordaba perfectamente por qué nunca se había emparejado con ningún omega. El olor a gasolina no le favorecía fuera de la pista, y digamos que en el paddock no había ningún omega que captara su interés, aparte de Checo, con quien pensaba que no tendría oportunidad.

Los pensamientos de ambos fueron desviados al sentir otra presencia pequeña adentrándose en la habitación inundada del fuerte y dominante aroma que se había mezclado con el suave e hipnotizante. Ambos voltearon la cabeza.

Desde la puerta de la habitación perteneciente a Red Bull, una suave fragancia floral con la ligera nota ácida de la fruta de la cereza se adentró. El dueño de ese aroma era Yuki, el mismísimo Yuki Tsunoda, piloto de Visa Cash RB y un amigo cercano de Sergio, a quien consideraba el padre relajado que jamás tuvo.

Apenas hizo presencia, sus piernas tambalearon ligeramente. No estaba acostumbrado a exponerse directamente a las fuertes mezclas entre los aromas. Optó por cubrirse la nariz con una de sus palmas, un método de protección que fue bastante inútil. La combinación de olores invadió sus sentidos de una manera abrumadora, haciendo que su cabeza diera vueltas y su estómago se revolviera. A pesar de sus esfuerzos por mantener la calma, su rostro comenzaba a reflejar el malestar que estaba experimentando.

—Guácala... ¿Interrumpo algo? —el japonés alzó una ceja.

Ese aroma hizo un efecto en él, después de todo, era un omega sensible y algo vulnerable entre las jerarquías, no era más fuerte como lo eran Sergio, George, o incluso Charles. Sus piernas tambaleaban, amenazando con caer si no se retiraba pronto.

—¡Yukino! ¿Qué haces aquí? —Sergio notó rápidamente el estado corporal de Yuki al exponerse ante ambos. Se acercó rápidamente, con genuina preocupación en su rostro—. No he terminado contigo —habló en dirección a Max, quien ya estaba preparado para escapar de la situación.

Max simplemente le alzó el pulgar hacia arriba, para luego salir de la habitación en busca de algo que lo ayude a calmar aquel aroma que había hecho que Yuki se retrocediera y tambaleara en su lugar.

Sergio suspiró con preocupación y cansancio, mientras ayudaba a mantener de pie a Yuki, quien ya respiraba de manera agitada y sostenía su cabeza con una de sus manos.

—¿Cuántas veces te he dicho que debes de tocar antes de pasar? Y más aún si Max está en el garaje, sabes que es muy territorial cuando entras así sin más —Sergio ayudo a Yuki a caminar unos pasos en dirección a un sofá del taller de Red Bull, y el japonés no evitaba ser guiado por el mexicano. A pesar de su pequeña reprimenda, no estaba enojado, solo preocupado.

—U-Uh... Lando necesita tu ayuda. No hay supresores en el taller de McLaren, Oscar y yo los buscamos y no encontramos nada.

—Carajo... ¿Oscar está con él? —sentó con cuidado a Yuki en el sofá, mientras sentía las feromonas del omega liberarse con más fuerza.

—Sí, le dije que esperara a que te llame.

—¿Puedes esperar aquí? No estás en condiciones de exhibirte al paddock, y cerraré el taller.

Yuki apretó con fuerza una de las almohadas del sofá que había en su regazo, apretando los labios. Lando había entrado en celo, y probablemente él también lo haría. No podía, no ahora.

—... Va-vale. No te tardes... ¿Está bien?

—Lo prometo —fue lo último que dijo antes de levantarse de su asiento y revolver el cabello de Yuki.

Sería un día muy acalorado.

Es el primer fanfic de F1 que hago

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Es el primer fanfic de F1 que hago.

Tengo planeado escribir varios, pero el tiempo no me da.

Y bueno, digamos que el reciente retiro de Daniel y el despido de Logan no ayuda.

TENÍA ESTO PLANEADO HACE MESES Y SE LES OCURRE IRSE.

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⏰ Última actualización: Sep 30 ⏰

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