PRÓLOGO

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RHEA ROYCE SE ENCONTRABA EN LA dura hora del parto, sola

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RHEA ROYCE SE ENCONTRABA EN LA dura hora del parto, sola. Cada contracción era un recordatorio brutal de su situación, y el nerviosismo la invadía. Era raro todo aquello; el eco del silencio en la habitación parecía amplificar su angustia. Las doncellas que ayudaban en el parto se movían de un lado a otro, inquietas, mirando la puerta con ansiedad mientras esperaban al gran maestre.

───── ¡Pueden apurarlo! ───── exclamó Rhea, su voz resonando con desesperación desde la cama. El sudor perlaba su frente y sus manos se aferraban a las sábanas como si de ellas dependiera su vida.

Las doncellas intercambiaron miradas nerviosas. Una de ellas, con un delantal arrugado y una expresión de preocupación, reunió el valor para hablar.

───── El maestre tendrá una duradera tardanza, Lady Rhea ───── dijo con suavidad, intentando calmarla, pero solo logró aumentar la inquietud en el pecho de la mujer adolorida.

Rhea apretó los dientes mientras una nueva ola de dolor la atravesaba. Con un movimiento brusco, empujó el florero que estaba sobre la mesa de noche, haciéndolo volar por los aires hasta estrellarse contra el suelo. La porcelana se hizo añicos, y un grito de temor escapó de los labios de una de las doncellas que había estado más cerca.

───── ¡Señora! ───── exclamó otra, con los ojos abiertos como platos ───── Debe mantener la calma. No es bueno estar estresada durante el parto; puede...

BORN TO DIE  ✶  oscar tully Donde viven las historias. Descúbrelo ahora