El ayer

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Max caminaba sin rumbo por el centro de la ciudad, sumergido en pensamientos confusos, cuando de repente escuchó una voz familiar que lo sacó de su ensimismamiento.

—¡Max! —gritó alguien detrás de él.

Al girar, se encontró con Bobby, un viejo amigo de la adolescencia. Era el mismo Bobby con quien había crecido, compartido risas, y, sobre todo, había compartido el amor por Bradley. Ambos la habían pretendido cuando eran jóvenes, pero la vida los había llevado por caminos distintos.

Max finalmente fue quien salió con Bradley durante años y se casaron, pero ahora él ya no estaba en su vida.

—¡Bobby! —respondió Max, sorprendido pero con una media sonrisa—. ¡Cuánto tiempo sin verte!

Bobby lo miró con una sonrisa nostálgica, pero con una chispa en los ojos que Max no supo si era simpatía o algo más.

—Vaya, parece que las cosas han cambiado, ¿eh? —dijo Bobby mientras le daba un apretón de manos—. ¿Cómo estás, hermano? ¿Cómo está Bradley?…—.

Max suspiró, ya acostumbrado a que la gente trajera ese tema a colación.

—Nos divorciamos— casi murmurando.

—Seguro te dejo por ser infiel—ríe levemente.

Bobby asintió con un leve gesto, pero Max podía notar que había algo más detrás de esa mirada. Era como si ambos supieran que esa conversación inevitablemente tocaría un viejo recuerdo compartido.

—¿Te acuerdas que yo le mandaba rosas? —dijo Bobby de repente, soltando una risa corta—. Pero lo conquisto más tu canción.

Max sonrió, aunque la mención del pasado le trajo una mezcla de nostalgia y amargura.

—Asi es —dijo Mario, sin poder evitar seguirle el juego— le llevamos juntos esa canción en la secundaria, tu con los efectos especiales y yo con el look—.

—El 17 y nosotros 15, que buen recuerdo de ese día que por ti se decidio —.

Bobby soltó una carcajada, como si estuviera recordando aquellos días despreocupados en los que, jóvenes y llenos de sueños, competían sin maldad por el amor de una misma chica.

—Solo por ser mi amigo te confieso  —continuó Max— Me divorcie más nunca lo olvide..., extraño su mirar y sueño el regreso, lo amo más que cuando me case—.

Max y Bobby se quedaron en silencio por unos segundos después de su nostálgica charla, con los ecos del pasado flotando en el aire. A pesar de los años y de las heridas, había algo en esa conversación que encendió una chispa en ellos. De repente, Bobby soltó una risa inesperada, rompiendo el momento de seriedad.

—¿Si te acuerdas como fue esa función verdad? —dijo Bobby con una sonrisa pícara—. ¡Eso era lo nuestro!

Max lo miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

—¿Cantarle en público? —repitió Max—. No me digas que estás pensando lo que creo que estás pensando.

Bobby lo miró con los ojos brillantes, y sin decir nada más, señaló a una tienda de instrumentos musicales que estaba en la esquina.

—¿Por qué no? —dijo Bobby—Se que trabajaba en la universidad donde se graduaron ustedes y hay un charla mañana, esto tiene que saberlo, llamemos a P.j y tú busca el disfraz de Powerline, vuelve a conquistarlo—.

Max se quedó mirándolo, incrédulo. La idea parecía una locura, pero había algo en esa propuesta que hizo que su corazón latiera más rápido. Una parte de él sabía que era ridículo, que ya no eran esos chicos de 15 años los que hicieron esa escena. Pero otra parte de él —la parte que todavía creía en el romance— no pudo evitar emocionarse.

—Estás loco, Bobby —dijo Max, sacudiendo la cabeza—. Pero, ¿sabes qué? Me encanta la idea.

En menos de una hora, ya tenían un plan. Bobby había conseguido los efectos especiales, llamo a P.j y un par de amigos más que se sumarían al plan. Y así, como si fuera un salto al pasado.

Mañana sería el gran día que volvería a ganarse el corazón de Bradley.
 

𝙀𝙡 𝙞𝙢𝙞𝙩𝙖𝙙𝙤𝙧 - [Maxley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora