Doble filo -capitulo 8-

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[Lugar ; Bosque Forestal; hora 3:30 am]

En Esa pequeña parte del bosque Donde Habria pasado Una Cuestionable conversacion entre Ese extraño ser y Argos, sin poder domir Argos estaba sentado mirando la fogata con atencion... como si estuviera recordando algo importante, o algo doloroso.

—y si acepto?...Yo podria-...—
El pesar en sus palabras Eran muy Bajas Y su tono de voz Pasaba de ser surrrante a Volverse Arisca Con el pasar de los Minutos al Ver en esa flama ondulante, los Horribles recuerdos que tenia de su tierra y como es que habia sido su camino para llegar alli, antes de poder verlo con mas claridad las palabras de Midori Se repitieron en su mente con un simple:

—Dime Argos~...¿que es lo que mas quieres En todo el mundo?...—

Pregunto Con un tono de voz Impostada al reflexivo Argos El cual No pudo responder en ese momento pero la respuesta llego al instante de su propia boca.

—Que es lo que mas quiero?
Lo que mas quiero es... Terminar lo que Nisiquiera pude empezar en mi mundo...La Erradicación Lúxan—

En su mente solo Tuvo un deseo tan fuerte que No Llego a Concluirse porque Fue Derrotado Y antes de morir Fue Transportado a
ese extraño mundo nexus Llamado "Oc's TP ultimate" La Tierra ultimate, donde Tuvo una segunda oportunidad pero hasta ahora no podia Dejar ese plano para volver al suyo.

Argos observaba el horizonte de su planeta, ahora salpicado de cicatrices que nunca sanarían. Las cicatrices que la especie invasora había dejado en su tierra, en su alma. Mientras la brisa traía consigo el olor amargo de la vegetación marchita, su mente se hundió en los recuerdos de lo que una vez fue un paraíso.

Los bosques que alguna vez cubrieron el valle con su verde vibrante y sus sonidos armoniosos estaban ahora en silencio. El suelo, antes fértil, había sido devastado, y las criaturas que una vez deambulaban libres ahora yacían bajo la tierra en tumbas sin nombre, víctimas inocentes de la ambición de aquellos que vinieron de otro mundo.

Argos cerró los ojos, su respiración se volvió pesada al recordar la primera vez que vio la antena. Era una monstruosidad metálica que rasgaba el cielo con su presencia, una afrenta a todo lo que su mundo representaba.

Aquella estructura no solo irradiaba señales a través de los cielos; irradiaba muerte. Argos había visto con sus propios ojos cómo los árboles se marchitaban, cómo las criaturas huían desesperadas solo para caer al suelo sin vida. Había escuchado los gritos de su gente, no por el dolor físico, sino por la impotencia de ver su hogar morir lentamente.

Cada noche, esos recuerdos volvían a él, cada vez más vívidos, más punzantes. El resentimiento había echado raíces profundas en su corazón, convirtiéndose en una furia ardiente que no se apagaba.

Argos deseaba con cada fibra de su ser poder retroceder el tiempo, detener esa invasión antes de que comenzara, antes de que la antena fuera siquiera un boceto en la mente de los invasores. Pero el tiempo no es un enemigo fácil de derrotar, y Argos lo sabía. El pasado estaba fuera de su alcance, y con él, la posibilidad de salvar a las criaturas que ahora solo vivían en su memoria.

“Juro que no descansaré hasta que esas Basuras paguen por lo que han hecho! ”, murmuró, con la voz llena de determinación y amargura. “Lo que hicieron a mi planeta, a mi gente, no quedará impune. Destruiré sus Pilares Tomando su mas Grande poder, y borraré la existencia de quienes jugaron a ser Dioses!”.

El juramento de Argos no era una simple promesa; era un lazo de sangre con el pasado, una conexión tan profunda que no había día en que no lo sintiera arder dentro de él. Cada momento de dolor, cada vida perdida, era un recordatorio de que su misión aún no estaba cumplida.

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⏰ Última actualización: Sep 22 ⏰

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