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La habitación estaba iluminada únicamente por las suaves luces cálidas que colgaban del techo. El reloj marcaba las 11:45 p.m., y una brisa nocturna se filtraba por las ventanas abiertas, moviendo las cortinas con lentitud. Jisung estaba en el centro de la sala, intentando afinar una vieja guitarra que había encontrado en el rincón, mientras Minho se movía alrededor, acomodando algunas cosas sin prisa.
De fondo, sonaba "Lover" de Taylor Swift, la canción que habían escogido para su noche especial. No era su aniversario ni una fecha importante; simplemente habían decidido que querían pasar una noche sin prisas, disfrutando de la compañía del otro.
Jisung, sentado en el sofá con la guitarra en sus manos, dejó de tocar por un momento y alzó la vista para observar a Minho, quien estaba junto a la ventana, mirando hacia afuera. El cabello de Minho caía suavemente sobre su frente, y sus ojos reflejaban las luces de la ciudad a lo lejos. Había algo en su serenidad que hacía que Jisung quisiera congelar el momento y recordarlo para siempre.
—¿Minho? —llamó Jisung suavemente.
Minho volteó con una sonrisa tranquila, acercándose a él.
—¿Sí?
Jisung dejó la guitarra a un lado y se levantó. Se acercó lentamente a Minho y, sin decir una palabra más, extendió su mano hacia él.
—Baila conmigo —le pidió, sus ojos brillando con una mezcla de nerviosismo y emoción.
Minho arqueó una ceja, divertido. No solían bailar así, sin música alta ni un grupo de amigos alrededor, pero Jisung siempre encontraba maneras de sorprenderlo.
—¿Aquí? ¿Ahora? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
Jisung asintió, aún esperando. Minho sonrió más amplio, tomó su mano y lo acercó hacia él. La música continuaba, suave y romántica, envolviéndolos en una atmósfera íntima.
Se balanceaban lentamente al ritmo de "Lover", sin preocuparse por seguir los pasos, simplemente disfrutando de estar cerca. Jisung apoyó su cabeza en el hombro de Minho, respirando el aroma familiar que lo tranquilizaba cada vez. Minho, por su parte, apoyó la barbilla sobre la cabeza de Jisung, cerrando los ojos y dejando que el momento los envolviera.
—"Can I go where you go?" —canturreó Jisung al ritmo de la canción, su voz suave apenas por encima del sonido de la música.
Minho rió suavemente, moviéndose con más fluidez. No necesitaban palabras, porque todo lo que sentían estaba en cada gesto, en cada mirada.
El mundo fuera de esa habitación parecía desvanecerse. Solo existían ellos dos, girando lentamente en el centro de su pequeño universo. Jisung levantó la cabeza para mirar a Minho a los ojos, y por un momento, el tiempo pareció detenerse. Minho lo miró de vuelta con esa mezcla de dulzura y confianza que siempre lo desarmaba.
—¿Sabes que te amo, verdad? —dijo Jisung de repente, como si las palabras hubieran salido sin pensarlo.
Minho sonrió con ternura, inclinándose hacia él para rozar sus labios.
—Lo sé. Y yo también te amo —respondió, justo antes de darle un beso suave.
Siguieron bailando, sin importarles cuánto tiempo había pasado o que la canción ya estaba llegando a su fin. Para ellos, la noche no tenía que terminar, porque sabían que siempre tendrían más momentos como ese. Con o sin música, con o sin luces brillando.
—Siempre seremos nosotros, ¿no? —preguntó Jisung en voz baja, casi como un susurro, con sus manos aún entrelazadas con las de Minho.
—Siempre —respondió Minho, mirándolo con una seguridad que calmaba cualquier duda—. Tú y yo, Jisung. Para siempre.
La última nota de la canción resonó en el aire, pero no importaba. Porque mientras estuvieran juntos, seguirían bailando. Como amantes. Como compañeros. Como todo lo que siempre habían querido ser.
