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02| Compañeros de equipo


"—Cásate conmigo.

Lyon parpadeó, seguro de haber escuchado mal.

—¿Qué?

—No te cases con él y cásate conmigo. —Los ojos esmeralda de Henry brillaron con tanta intensidad que, por un instante, Lyon se permitió creer en ellos.

La ilusión, frágil como un hilo de seda, se tensó entre ambos. Pero la realidad, implacable como siempre, tiró con fuerza, haciéndolo caer de vuelta a la tierra con un golpe que le recordó la amarga verdad: Henry ni siquiera correspondía su amor; no era reciproco, ¿por qué proponía algo que ni siquiera podía cumplir?

—No estás hablando en serio. —Lyon buscó desesperadamente en el rostro de Henry algún indicio de que esto fuera una broma cruel.

Pero no había ni un atisbo de arrepentimiento en los ojos del alfa, todo lo contrario, nunca había visto tanta determinación en ellos. Henry asintió, reafirmando la seriedad de sus palabras. El corazón de Lyon se aceleró, latiendo tan fuerte que temió que todos en el palacio pudieran oírlo.

Estuvo a punto de reírse el mismo, sin embargo, apenas le salía la voz.

—Es ridículo —logró decir, intentando esconder la confusión de su corazón—. Déjate de bromas, pueden acusarte de traición a la corona solo por esto.

—No me importa —respondió Henry, dando un paso adelante—. Prefiero morir por traición que verte casándote con él.

La determinación en su voz hizo que Lyon se estremeciera. Una parte de él, una parte que había mantenido cuidadosamente oculta, quería creer en las palabras de Henry, en la seguridad con las que las pronunciaba; sin embargo, no podía mentirse, el alfa no lo amaba, al menos, no de la forma en la que él quería. No como un alfa ama a un omega. El dolor lo anclaba a la realidad.

—¿Y qué si digo que no? ¿Me secuestrarás?

El silencio que siguió fue ensordecedor. Lyon observó cómo el semblante de Henry se tornaba serio, casi peligroso. Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de que Henry realmente lo estaba considerando.

—Era mi segunda opción, pero sí, es justo lo que haré ahora —declaró el alfa antes de tomarlo por la cintura y..."

Y después de eso, no tengo nada. No he podido escribir un párrafo siquiera. Toda mi inspiración se fue por un caño y en su lugar dejó una gran, pero gran, pero GRAN frustración.

Siempre que intento continuar con el capítulo de mi novela, mi cabeza se queda en blanco. Paso horas viendo el archivo de Word, como si el capítulo se fuese a escribir solo con mirar la pantalla, pero para mi mala fortuna aún no tengo la habilidad de escribir mis ideas y pensamientos sin necesidad de usar las manos y una centésima parte de mi cerebro.

Hace semanas que he perdido el control de mi historia y ni siquiera sé por qué si tengo todo planificado; sé cómo va a terminar, sé cómo se va a resolver el conflicto (y cómo volverlo a arruinar para una segunda entrega), sé qué problemas pasarán, sé los diálogos, pero no puedo continuar. Incluso he soñado con Henry y Lyon en más de una ocasión pidiéndome a gritos que continúe su historia, sin embargo, hay algo, una fuerza superior a mí, una entidad, un... fantasma escritor que siente envidia de mí y que no me permite continuar con la novela.

Muy a mi pesar, es momento de admitirlo, tengo la peor desgracia que le podría pasar a un autor: un bloqueo escritor.

Es la primera vez, en mucho tiempo, que tengo uno.

La magia de leerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora