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Bell seguía corriendo, el eco de los pasos de Aiz resonando detrás de él, cada vez más cerca. Sabía que no podría correr para siempre, pero su mente no encontraba otra opción. El miedo lo dominaba, pero también sentía una profunda tristeza por la situación en la que ambos estaban atrapados.
A medida que se adentraba en las calles oscuras de Orario, sus pensamientos volvían a los momentos en los que Aiz era su inspiración, su motivación para volverse más fuerte. Pero ahora, esa figura luminosa se había convertido en una sombra aterradora.
—¡BELL! —La voz de Aiz cortó el silencio de la noche. Estaba cada vez más cerca.
Bell tropezó y cayó al suelo, jadeando, pero no tuvo tiempo para descansar. Levantándose rápidamente, buscó algún lugar donde esconderse, algún refugio que le diera al menos unos segundos para pensar. Vio una callejuela oscura a su derecha y, sin dudarlo, se lanzó hacia ella, apoyándose en una pared y tratando de controlar su respiración.
El sonido de los pasos de Aiz se detuvo de golpe. Bell contuvo el aliento, su corazón latiendo con fuerza. Podía sentir su presencia, el aire denso con la tensión de lo inevitable.
—Sé que estás cerca, Bell —la voz de Aiz sonaba suave, pero había un filo peligroso en ella—. No tienes que esconderte. No quiero lastimarte... sólo quiero que estés conmigo. Siempre... conmigo.
Bell cerró los ojos por un momento, intentando bloquear la desesperación que lo invadía. ¿Cómo había llegado todo a esto? ¿En qué momento Aiz, la heroína que tanto admiraba, se había convertido en alguien tan... rota?
Pero no podía dejar que la confusión lo detuviera. Necesitaba una solución, y rápido.
De repente, una mano lo tomó del brazo con fuerza desde la oscuridad. Bell giró alarmado, pero en lugar de Aiz, encontró a alguien más. Era una figura encapuchada, su rostro parcialmente oculto. Antes de que pudiera reaccionar, la figura lo jaló hacia dentro de un edificio abandonado.
—¡Silencio! —susurró la voz grave del extraño. Bell, aún en estado de shock, no tuvo más opción que obedecer.
Desde su escondite, Bell observó a través de una pequeña abertura mientras Aiz pasaba por la calle, sus ojos buscando frenéticamente a su alrededor. Estaba pálida, su respiración agitada, y su mirada... estaba vacía, pero al mismo tiempo, llena de una intensidad perturbadora.
—No puedes esconderte para siempre, Bell —murmuró Aiz para sí misma—. Te encontraré... y cuando lo haga, todo volverá a estar bien. Todo será como debe ser.
Cuando Aiz se alejó finalmente, Bell exhaló el aire que no sabía que estaba conteniendo. Giró hacia la figura encapuchada, sin saber si debía sentirse aliviado o preocupado.
—¿Quién eres...? —preguntó con la voz temblorosa.
El desconocido se quitó la capucha, revelando el rostro sonriente de Liliruca Arde, su antigua aliada.
—¿Me extrañaste, Bell-sama? —preguntó Lili con una media sonrisa, pero había preocupación en sus ojos—. No podía dejar que te enfrentases a esto solo.
Bell la miró, sorprendido pero agradecido. Lili siempre había sido astuta y calculadora, y aunque había tenido sus diferencias con ella en el pasado, sabía que podía confiar en su lealtad.
—Lili... no sé qué hacer. Aiz... ella... —comenzó Bell, pero Lili lo interrumpió.
—Lo vi todo —dijo Lili, su tono grave—. Aiz está fuera de control, y no creo que las palabras la calmen. Su obsesión ha pasado a un nivel peligroso, y va a destruir todo lo que conocemos si no la detenemos.
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Pobre Bell (Ais yandere x Bell)
Misterio / SuspensoResulta que Ais padece de una enfermedad , mas bien de triple personalidad