En la profunda oscuridad que rodea al universo se mueve algo lejano, algo antiguo, creador de vida y muerte, algo a lo que le llaman "Madre", sus raíces se expanden debajo de la tierra implantando su riqueza de poder, sus "hijos", dos bebés, que se mantienen en silencio escuchando los sonidos de el agua recorriendo el camino que ah dejado después de tantos años de pasar sobre el mismo lugar, el cantar de los imperturbables grillos y el aletear de cualquier ave que duerma en un árbol cercano.

El crujido del pasto ante las pisadas de una mujer se hacen presentes en el lugar, su cabello castaño se encuentra en un recogido nada elegante al que algunos cabellos platinados escapan de su agarre, la melodía poco entonada de los dos bebés inunda el lugar captando toda la atención de la mujer, quien con una cesta de vegetales a la mano agudiza sus sentidos buscando el sonido que despierta su instinto maternal.

Un bebé de pocos meses de nacido se encuentra tirado en el verde y húmedo pasto cerca del río, sus cabellos alargados color negro como la noche, resaltan con su blanca piel y sus rosadas mejillas, sus manos llenas de toques rosáceos se mantienen juntas en su pecho mientras solloza levemente, la mujer desvía su visión a un lado de la ubicación del primer niño atendiendo a un segundo bebé, dueño de aquel desesperado lloriqueo, sus cabellos rojizos no encajan para nada con los oscuros de su aparente hermano y su blanquezca piel se llena de rubores que no tiene el primero.

El instinto de la mujer le suplica llevarlos con ella, su bondadoso corazón es demasiado suave como para no hacerle caso a sus suplicas y con mucha dificultad los lleva consigo.



En el centro de tu vista puedo ver tus galaxias                                                                                                         

La coexistencia de tu alma y la mía

Un conjunto de perfección que solo tu y yo tenemos

Tu, día

yo, noche

....Rll.....

Su esposo, con el semblante impactado mira los brazos de su esposa, donde se recuestan las curiosas criaturas, el levanta la vista, discutiendo con su esposa, tienen dos hermosos hijos, uno de ellos no pasa de los 3 años de edad, su hija la mayor ah cumplido 5, sus dos hermosos angelitos, aquellos que les cuesta mucho trabajo alimentar, su horario  destrozado desde el nacimiento del primero.

Con pesar, acepta el impedimento de una responsabilidad mas, prometiendo regresar al pueblo en la madrugada, buscarles un nuevo hogar.

Pobres de sus estrellitas, tan pequeñas, le han dolido el alma, lastima que las estrellas sean opacadas por el resplandeciente sol, el sol abrazador, un sol cálido, una luna oscura, una luna sigilosa, dueña de todas las estrellitas, de su dolor, confidente de sus penas y juzgadora desde su trono.


En el cerroWhere stories live. Discover now