reencuentro

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*Capítulo 1: El Reencuentro*

Han pasado años desde que nos separamos. La vida nos llevó por caminos diferentes, pero el recuerdo de aquellos momentos compartidos siempre permaneció en mi corazón. Nunca pensé que volvería a verla, pero el destino tiene formas de sorprendernos.

Era un día soleado de otoño cuando la vi de nuevo. Estaba caminando por la calle principal de mi ciudad natal, disfrutando del aire fresco, cuando escuché una risa familiar. Me giré y allí estaba ella, sonriendo como siempre. Mi corazón se detuvo por un instante.

— ¡Emily! —exclamé, sin creer lo que veían mis ojos.

Ella se giró y nuestros ojos se encontraron. Un brillo de sorpresa y alegría iluminó su rostro.

— ¡Alex! —dijo, corriendo hacia mí.

Nos abrazamos como si no hubiera pasado el tiempo. El olor a lavanda de su perfume me transportó a aquellos momentos compartidos en el pasado.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté, todavía abrazándola.

— Regresé a la ciudad para cuidar a mi abuela —explicó—. ¿Y tú?

— Estoy de vuelta por un tiempo —dije—. Mi trabajo me trajo de regreso.

Hablamos durante horas, recordando momentos pasados y compartiendo historias de nuestros caminos separados. La conexión seguía siendo la misma, como si nunca nos hubiéramos separado.

Después de aquel reencuentro, comenzamos a pasar los días juntos. Caminábamos por el parque, hablando sobre todo y nada. Reíamos como antes, y la sensación de estar juntos de nuevo era increíble.

Un día, decidimos ir al lago donde solíamos pasar horas cuando éramos adolescentes. El sol brillaba sobre el agua, y el viento susurraba secretos en nuestros oídos. Nos sentamos en la orilla, mirando hacia el horizonte.

— Extrañé esto —dije, tomándole la mano.

— Yo también —respondió, apretando mi mano.

La conexión entre nosotros seguía siendo fuerte. No habíamos hablado sobre el pasado, pero sabíamos que había algo que nunca se había apagado.

Una noche, mientras paseábamos por la ciudad, Emily se detuvo frente a una cafetería.

— ¿Quieres entrar? —preguntó.

Asentí, y dentro, pedimos un café y nos sentamos en una mesa apartada.

— Hay algo que quiero contarte —dijo, mirándome con seriedad.

— ¿Qué es? —pregunté, intrigado.

— Nunca olvidé lo que sentimos —confesó—. Siempre te he recordado.

Mi corazón latió más rápido.

— Yo también —admití—. Nunca te olvidé.

Nuestros ojos se encontraron, y en ese momento, supe que nada había cambiado. El amor seguía allí, esperando ser redescubierto. Continuará..

Un amor Incompleto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora