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Lucas no entendía cómo ese príncipe sabía quién era y por qué quería tenerlo como amigo. Era muy sospechoso, y eso lo preocupaba mucho, pues solo quería recuperar su poder perdido y volver a ser fuerte. Nuestro príncipe, por su parte, tenía otro plan: necesitaba a Lucas para que fuera su maestro de magia. Aunque ya sabía lo básico, necesitaba a alguien de confianza y muy bueno en la magia. Todavía no tenía la confianza suficiente con Lucas, pero pronto la tendría.

Mientras caminaban por el jardín del Palacio Aguamarina —llamado así por su significado de valentía y coraje, características que tenía nuestro príncipe—, se acercaron a la puerta. El castillo era un regalo de su abuelo, el ex emperador de Obelia. Cerca de la entrada, vieron unas figuras pequeñas: personas no bienvenidas en el palacio, a quienes el príncipe consideraba "ratas sucias". Eran Diana y su cría, a quienes el príncipe ignoró completamente al entrar con Lucas. Diana se quedó atónita ante tal desplante y se marchó al Palacio Garden, mientras que al príncipe no le importaba en absoluto lo que pudiera pasar.

—Qué ratas más molestas —dijo el príncipe mientras seguía su camino hacia su oficina—. No soporto más a esa concubina.

—¿No le cae bien la concubina de su padre? —preguntó Lucas.

—Uno, no me cae bien por lo que ha hecho, y dos, no es mi padre.

Un silencio incómodo se instaló entre ellos.

—Entiendo... ¿y se podría saber qué ha hecho?

—Mago, ¿vives debajo de una piedra o qué? ¿No te has enterado de lo que pasa aquí? —dijo con un tono de burla—. Parece que esos años que tienes no sirven de nada.

—Qué fastidio —murmuró Lucas.

El príncipe se burlaba de Lucas por no saber nada de lo que estaba pasando. Su misión ahora era ir a su oficina y hablar con él sobre lo que tenía que hacer. Cuando por fin llegaron, le dijo a Lucas que se sentara. El príncipe le explicó que quería que fuera su maestro de magia y su amigo. Lucas le preguntó por qué lo quería de amigo.

—Te quiero de amigo por algo. Además, no tengo amigos, por eso también. Algo más, mago...

—Sí, que dejes de llamarme "mago" con ese tono de burla que tienes.

—Mmm... lo pensaré —dijo con una sonrisa de pura diversión.

Lucas solo guardó silencio.

Cuando terminaron de hablar, al parecer el emperador envió a Félix, su fiel escudo, para decirle al príncipe que fuera al Palacio Garden lo más rápido posible. Félix miraba muy atento al príncipe, pues este tenía una mirada de enojo. Parecía que le estaba teniendo miedo a un niño de más o menos 6 años de edad. Dijo el mensaje y esperó a que el príncipe le dijera que se retirara. Al escuchar esa palabra, se fue lo más rápido posible.

El príncipe se quedó quieto, pensando para qué lo quería el emperador, pues a este no le importaba la salud del príncipe. Sus sirvientas le pusieron otro tipo de ropa, una mejor para ver al emperador. Cuando terminó, se fue directo al Palacio Garden, donde sus peores enemigos lo estaban esperando.

Al llegar, vio a los sirvientes esperándolo. Uno le dijo que el emperador lo esperaba en su oficina. Fue donde le indicaron y cuando estuvo frente a la puerta, tocó y escuchó un "pasa". Ahí vio a Diana, al emperador y a su cría. Se sentó donde debía.

—Por fin llegas... Diana me dijo que intentaste empujarla por las escaleras —dijo el emperador mientras miraba al príncipe seriamente—. Tal vez tenga que enviarte a la guerra.

—Esa rata te dijo eso. Es muy astuta, lo digo en serio, pero caer tan bajo... qué risa me da. Y sobre ir a la guerra, déjame pensarlo... NO.

—Su majestad, ¿escuchó cómo me dijo? —dijo Diana mientras lloraba falsamente—. Está muy malcriado últimamente.

—Discúlpate ahora mismo por cómo le hablaste —ordenó el emperador.

—Mmm... no quiero. Además, no me puedes decir qué hacer, ¿no lo crees, su majestad? Ella misma se ganó ese apodo, ¿no crees? —dijo mientras miraba a Diana.

—Soy tu emperador y tu padr...

—Corrección: no eres mi padre ni mi emperador. Solo digo "su majestad" y "emperador" por modales, no por respeto a ti, ¿entiendes?

Harland se paró y se fue. No quería ver a esas ratas.

El emperador no podía creer que ese príncipe se fuera sin escuchar sus órdenes. Le molestaba mucho cómo era, igual que su "asquerosa madre". Eso no le importaba, ya que tenía a su hija y a Diana, pero sentía que algo más faltaba, que no era suficiente. Ahora le tocaba estar con Diana, quien se había convertido en su nuevo dolor de cabeza. Siempre era lo mismo; a veces pensaba que todo era mentira, pero no tenía sentido cómo tenía golpes de caídas u otras cosas.

Harland estaba con Lucas, hablando de cómo un viejo estaba en el cuerpo de un niño. A veces a Harland le daba asco Lucas por ser "pedófilo". Un día, Harland le preguntó eso a Lucas, y este desapareció, no sin antes invocar cuatro osos. Rápidamente, el príncipe los hizo desaparecer. Entendió que a Lucas le enojó eso, pero era la verdad, ya que este tenía más de 1000 años y tenía el cuerpo de un niño.

Ahora, Harland le estaba hablando a Lucas sobre cómo odiaba a su familia y todo eso. Le dijo que un profeta le había dicho que la "rata menor" iba a estar enferma y que un mago la iba a salvar. Era curioso pero chistoso. Era mejor decirle a Lucas eso y que no salvara a la rata menor. En serio detestaba todo lo que tenía que ver con el emperador, ese hijo bastardo.

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⏰ Última actualización: Sep 24 ⏰

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