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Heeseung sonreía y podía sentir tu corazón agitado de la emoción. Ya estaba ahí, pero aun pensando en si ir a su casa directamente o a la de sus amigos, los había extrañado a todos sus seres queridos.

-- Todavía es de noche, puedo acompañarte --. Insinuó Sunoo.

¿Acompañarme?

-- ¿Y... eso? No te molestes yo puedo solo --.

-- No Heeseung, es que --. Hizo una pausa pensando en como seguiría lo que venía. -- Tengo que- tenemos que hablar y quiero que sea en un lugar tranquilo --.

-- El bosque es tranquilo --. Heeseung trató de negar pasivamente a lo que el pelirrojo parecía querer insinuarle que lo lleve a su casa. Y no iba a hacer eso, si estaban sus padres tendría que dar una explicación de porqué un chico de dudosa procedencia estaba en la casa y además lo trajo. 

-- Esto es serio, lo estuve pensando todo el camino y no vas a arruinar mi esfuerzo --. Trató de sonar lo más firme posible para que Heeseung se rindiera.

Este ultimo nombrado lo pensó parado en silencio.

-- Bueno --. Terminó por aceptar, a decir verdad le daba curiosidad que era eso serio de lo que quería hablar. -- Pero dejame ver primero si la casa está sola, si estan mis padres olvídate de que vas a poner un pie en la casa --.

-- Si esa es tu única condición, no tengo problema, me parece bien  --.

Pareciera que Heeseung aceptó muy rápido, pero reiterando, él no quería morir estando tan cerca de casa, sería absurdo.

Y asi, juntos salieron del bosque.

Una vez afuera Heeseung se tiro al pasto y se quedó ahí, quieto.
Sunoo se alarmó un momento creyendo que se había desmayado o algo por el estilo. Pero no era asi, el peligris se movió quedando boca arriba, viendo el cielo nocturno bañado en estrellas.

Mientras el de cabello gris parecía ocupado en lo suyo de der uno con la naturaleza, Sunoo caminó unos metros lejos, mientras descubría el lugar de a poco.

Para el no era del todo nuevo, bueno el lugar si, nunca había ido a esa zona, pero el ir al mundo humano y vagar por las calles no es algo que no haya echo alguna vez. Y si, lo hacia aunque no tan seguido, por eso tenia alguna que otra comida humana allá.

-- Podemos ir --. Dijo Heeseung levantándose. -- Estamos cerca --.

Y Sunoo no hizo mas que asentir y seguirlo. Ahora el guiado era él.

Pasaron pocas calles, con suerte vacías, sino Heeseung no sabría que hacer con un chico de apariencia de príncipe del siglo pasado.

Tal como se dijo inicialmente, el bosque era cercano a la casa de Heeseung, por lo que estaban a tan sólo una calle de distancia ahora.

-- Llegamos --. Al más alto le brillaban los ojos y su corazón latía fuertemente. -- Las luces estan apagadas, mis padres no deben estar en casa, lo que significa que poder venir conmigo --.

Entonces luego de la confirmación, juntos cruzaron hasta el frente de la casa, donde Heeseung se encargó de abrir el portonsito de madera que tenia.

Su decorado jardín, adornado por las plantas de su madre y sillones que su padre hizo además de una casita para perro, si aro y pelota de basketball seguían tirados en su lugar, todo como lo recordaba, todo estaba en su lugar como antes de irse, su enorme pero acogedora casa estaba frente a sus ojos.

Hogar.

-- ¿Por qué las flores no estan muertas? --. Preguntó curioso Sunoo mientras tocaba algunas confirmando que estaban vivas. 

-- En este mundo las flores estan vivas --. Respondió Heeseung viendo al curioso pelirrojo que parecía muy asombrado con sólo eso. -- Pero no las toques tanto, son de mi madre, si les pasa algo perderá la cabeza --.

-- Es un jardín lindo --. Alagó Sunoo mientras miraba su alrededor. -- Diferente a los que conozco --.

-- Vení, la puerta de adelante está cerrada asi que usemos la otra --. Indicó yendo a la parte trasera de la casa. Seguido por Sunoo.

Una vez estando frente a la puerta, debajo del escalón de ésta había una llave de emergencia, con la que abrió la puerta e ingresó con Sunoo.

-- No toques nada y si lo vas a hacer que no sea sin mi permiso --.

-- Entendido --. Respondió el pelirrojo ante las indicaciones de Heeseung.

Y mientras éste sacaba algo de comer de la heladera, a Sunoo se le ocurrió recorrer la casa, después de todo era muy reducida a comparación de su castillo, no iba a perderse.

Todo ahí era muy distinto, moderno, las cosas tenían lindos colores cálidos que daban "vida" al lugar, no como los colores únicamente negros que abundaban en donde él venía, había incluso cosas que no sabía que existían ni para qué servían, mucha información nueva, lo que para él eran grandes pinturas, ahí eran pequeñas que hasta entraban en una biblioteca.

En una de esas fotos había un niño con lo que parecía ser sus padres, dedujo que era Heeseung.

-- Te dije que no toques nada --. Habló Heeseung mientras venía desde la cocina a la sala de estar, con una taza y galletas en la otra mano.

-- Sólo veía --. Se defendió Sunoo. -- ¿El de la pinturita sos vos? --. Preguntó apuntando al niño.

-- No se llama pinturita, es una foto y está en un marco --. Dejó su taza casi vacía en la mesa ratona y se acercó al pelirrojo. -- Si, soy yo cuando era niño --.

Sunoo lo vio un momento más analizando. ¿Yo tambien tendré fotos de pequeño? Pensó.

-- ¿Seguro? No tiene el cabello gris --.

Heeseung no pudo evitar reír ante eso.

-- No nací con el cabello gris, me lo teñí --.

-- Que complicado es todo --. Dijo Sunoo mientras llevaba una mano a su cabeza.

-- Apuesto a que tampoco sos pelirrojo naturalmente --.

-- Yo... no lo recuerdo --. Era la primera vez en su vida que se cuestionaba algo asi.

Heeseung se sentó en el sofá y comió lo último de su comida.

-- Entonces... ¿de qué querías hablar? --.

Sunoo lo recordó. Eso...

Debía decírselo.

-- Heeseung --. Hizo una pausa. -- No podes quedarte, tenes que volver conmigo --.

Entre Noches | Heesun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora