Capitulo Final

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La mañana de Navidad comenzó con un estallido de emoción. El sol apenas comenzaba a iluminar el cielo cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe, y una figura vibrante entró corriendo.

¡Es Navidad! -gritó Apo con una energía desbordante, saltando a la cama como si fuera un niño de cinco años.

Ta, que hasta ese momento dormía plácidamente junto a Mile, abrió los ojos de golpe, su rostro transformándose en una sonrisa de pura alegría.

¡Es Navidad! -repitió Ta, contagiado por la emoción de su amigo, su voz temblando de excitación mientras se incorporaba rápidamente.

Mile, sin embargo, no compartía el mismo entusiasmo matutino.

Con los ojos medio cerrados, soltó un largo y lastimero gemido de queja, enterrando su rostro en la almohada mientras el suave calor de la cama se disipaba con el movimiento de Ta.

Cinco minutos más... -murmuró Mile, sin mucho éxito.

Pero tanto Ta como Apo ignoraron su petición, demasiado envueltos en la magia del momento.

Se tomaron de las manos y comenzaron a saltar sobre la cama, sus risas resonando por toda la habitación.

Ta, a pesar de su avanzado embarazo, se movía con la misma agilidad y alegría que Apo, sus ojos brillando de pura emoción.

Mile, que se había rendido intentaba mantener los ojos cerrados, ahora veía a su Omega y su mejor amigo saltar de alegría, no pudo evitar sonreír al ver la escena frente a él.

Su mejor amigo y su omega compartiendo aquel momento tan puro y feliz lo llenaba de una calidez que hacía que la mañana fuera aún más especial.

A pesar de su cansancio, no había forma de resistirse a la felicidad que emanaban Ta y Apo.

¡El árbol está lleno de regalos!- exclamó Apo, deteniéndose por un momento y mirando a Mile, como si aquello fuera el anuncio más importante de su vida.

¿En serio?-respondió Ta con los ojos abiertos como platos, mirando a Mile y luego de vuelta a Apo.

¡Sí! ¡Santa Claus ha llegado temprano! -agregó Apo con una sonrisa radiante, corriendo hacia la puerta mientras animaba a los demás a unirse.

Mile dejó escapar una suave risa mientras se estiraba en la cama. No podía entender como Apo podía tener tanta energía después de haber estado tomando y cantando hasta las 4 de la mañana. 

El espíritu navideño que inundaba la casa era contagioso, y ver a Ta y Apo celebrando lo hacía sentir agradecido por todo lo que tenían, especialmente después de semanas llenas de tensión.

Bueno -dijo Mile, finalmente levantándose de la cama- por qué no despiertas a los demás y preparamos un buen desayuno antes de abrir los regalos- sugirió viendo a su mejor amigo asentír

Apo apenas esperó la confirmación. Salió corriendo de la habitación como un torbellino de alegría, seguido por Bible, quien también parecía haber sido alcanzado por el frenesí navideño.

Ambos parecían un par de cachorros hiperactivos de cinco años, saltando y corriendo por el pasillo, haciendo eco de su emoción en toda la casa.

Ta los observaba desde la puerta, una sonrisa suave y cálida iluminando su rostro.

Su mirada se suavizó aún más cuando sintió los brazos fuertes y protectores de Mile rodearlo por detrás, abrazándolo con una ternura que le hizo suspirar.

El calor de su alfa era reconfortante, especialmente con la barriguita de su embarazo prominente entre ambos.

¿Cómo te sientes? -preguntó Ta suavemente, inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado para mirar a Mile.

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