𝓢𝓾𝓼𝓹𝓲𝓻𝓪𝓭𝓸 𝓶𝓲 𝓼𝓸𝓵

39 4 0
                                    


La parte favorita de Dysis era cuando el sonido de las risas del público daba lugar al silencio, antes de que comenzara la sinfonía. El instante en que las luces encontraban su lugar y el foco caía sobre ella.

Cantar no era solo un talento, era una necesidad; la manera perfecta de expresar lo que no podía ser dicho con palabras. Su dulce voz era como un soplo de aire puro, penetrando el alma de los miles de espectadores reunidos en el amplio teatro; cada nota, un grito de libertad que descargaba el dolor y sufrimiento acumulados a su alrededor. La iluminación estaba perfecta, moldeando su cuerpo, el traje, el cabello... la hija del dios del sol era un ser casi etéreo, una divinidad materializada.

― ...E il mio cor si consola.

El agudo final de "Sospirato mio sole" resonó por el auditorio como un trueno antes de desvanecerse, y entonces vino la explosión de aplausos, gritos y clamores que formaron un único e inmenso rugido de aprobación. Dysis se destacó en el escenario e hizo una reverencia teatral, con los brazos extendidos a los lados, antes de desaparecer detrás de las cortinas.

Era su rutina usual después de los shows: cambiarse de ropa, hacer una debida inspección en el cabello para saber si tenía alguna imperfección y encontrarse con algunos de sus admiradores. Uno a uno, los ganchos que sujetaban la peluca rosa fueron liberados, sus largas mechas oscuras cayendo por la espalda en el proceso. Hizo una mueca al masajearse el cuero cabelludo, tratando de aliviar el dolor causado por las horquillas.

Fue entonces cuando escuchó un golpe en la puerta del camerino, seguido de la voz familiar de su padre. Antes de poder responder, la cabeza de Apolo apareció por la puerta entreabierta. Entró, tirando de su otra mitad, Simo Häyhä, detrás de él.

― ¡Dysis, mi lirio! ― Aplaudió. Tenía la típica mirada vanidosa de un padre orgulloso. ― Qué espectáculo fantástico, incluso mejor que la última vez. Alguien diría que realmente eres hija del mejor dios de todas las artes.

― Hmpf. ¿Por qué golpeas si ni siquiera esperas una respuesta? ― Dysis refunfuñó, aunque el elogio sonaba bien en sus oídos. ― ¿Crees que no tengo privacidad? ― Luego, se alejó y se quitó el vestido, dejándolo caer al suelo. No había timidez en sus acciones; era algo natural, a pesar de la presencia de sus padres.

― Le dije que esperara. ― Simo suspiró, lanzando una mirada desaprobadora a su marido. ― Parece que a veces eres un perro sin entrenamiento.

― ¡Soy el padre! ¡Y un dios! ― Apolo se defendió. ― No me sometería a esperar frente al camerino como la plebe.

― La falta de educación no te hace más divino.

― ¡Dejen de pelear, ustedes dos! Necesito cambiarme de ropa. ― Dysis interrumpió, impaciente. Comenzó a ponerse el corsé, ajustándolo poco a poco. Luego, se volvió hacia Apolo. ― Padre, tira de la cinta con fuerza.

― Ah, parece que ya has aprendido a dar órdenes como tu padre, ¿eh? ― Apolo, obediente, actuó según las órdenes de su hija. Dysis respiró hondo, sintiendo la presión a su alrededor.

― Más. ― Jadeó. ― No te contengas con la delicadeza. No estoy hecha de vidrio.

Esta vez, él tiró de la cinta con tanta fuerza que le arrancó el aire de los pulmones a la semidiosa.

O-ok. Puedes parar ahora...

Apolo dio un paso atrás, observando a su hija con una mirada crítica.

― Eres hija de un dios. ¿Por qué insistes en comprimirse tanto?

― Los dioses también son juzgados por sus apariencias ― Explicó, buscando el vestido correcto. ― ¿Piensas que todas las chicas del teatro son perfectas así por casualidad? El público espera ver una "diva". ― Eligió, por fin, un tono rosado y deslizante que parecía ligero como una nube. Al fin y al cabo, ella era aún mitad humana, no tenía exactamente la perfección de una divinidad. Así que necesitaba compensar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 25 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐏𝐄𝐐𝐔𝐄𝐍𝐎𝐒 𝐌𝐈𝐋𝐀𝐆𝐑𝐎𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora