El fin de Ragnarok y la resurrección de los muertos en batalla trajeron un nuevo capítulo en la relación entre dioses y humanos. La improbable unión entre deidades y mortales ha dado como resultado el nacimiento de una nueva generación de seres ador...
🚩Algunas escenas contienen descripciones de mutilación y muerte de insectos, crueldad hacia los animales y falta de empatía.
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El amor es algo extraño, ¿no? Beelzebub y Nikola Tesla eran como el día y la noche; diferentes en todos los sentidos posibles: personalidades, objetivos e incluso orígenes. Pero, extrañamente, encontraron el uno en el otro algo que los completaba, un vínculo indisoluble que los unía en el amor eterno. De esta unión nacieron seis hijos, una mezcla de luz y oscuridad que reflejaba la belleza de la extraña relación de sus padres.
Mihira y Maven fueron los primogénitos, la personalidad tranquila de Beelzebub y su apariencia inquietantemente serena. A diferencia de los gemelos, Luke era la luz de la familia; el más brillante de los seis y el que había heredado la curiosidad científica de su padre. Sebastian era un prodigio entre sus hermanos menores, talentoso en todo lo que hacía, mientras que Elior se diferenciaba de todos por ser más sensible y frágil. Finalmente, Gisli, el menor, un chico inteligente y amable que fácilmente se ganaba el corazón de cualquiera.
La familia era extrañamente funcional: el Señor de las Moscas, asociado al pecado y a la tentación, cuidando a los niños con cariño y paciencia. La Luz de la Humanidad, cuyo nombre era sinónimo de esperanza, demostrando que el amor en sí mismo es una creación extraña, abrazando y protegiendo a sus pequeños diablillos con tanta pasión como lo hizo con su marido.
Pero, por supuesto, nada en la existencia es perfecto, especialmente para los hijos de la Gula y la Luz.
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Valhalla fue una mezcla y contraste entre tradición y modernidad. Los pueblos que rodeaban el reino de los cielos eran un reflejo de esto, como si el pasado se fusionara con el presente en una combinación extraña, pero armoniosa. Había un pueblo humano al pie del panteón eslavo, que a pesar de ser pequeño, era muy bonito. Casas de madera, calles de piedra, una pequeña iglesia en el centro del pueblo y, a su alrededor, colinas y campos con exuberantes cultivos. Una de las residencias, rústica pero llena de encanto, era donde vivía Dane Tesla con sus padres y hermanas.
