Capítulo 18: Daylight

174 20 6
                                    

Emma


Bajo las gradas distraída mirando el piso.

Me detengo de golpe al ver a alguien frente a mí.

Elevo mi rostro y me encuentro con el bello rostro de Max.

Creí que no vendría hoy. Anoche no vino

—¿Dónde vas? —me pregunta con el ceño fruncido

Sus ojos se centran en mi pobre ser, sus negras y pobladas cejas se frunce levemente. Solo porque está varios escalones abajo, puedo verlo sin tener que doblar mi cuello. Dios, ¿por qué es TAN guapo?

—Eh…a ver la luna —¿Por qué me pongo tan nerviosa?—. Estaba aburrida en el cuarto y… quería ver la luna —susurro. Ni siquiera me está preguntando.

Max mira mi rostro detenidamente.

Me inclino hacia él cuando alguien me pasa empujando por el hombro. Él me detiene con sus manos en mi cintura. Giro y miro a dos chicas de aquí de la residencia que pasan corriendo. Tontas

Siento los dedos de Max tocando mi mentón

—¿Así? —me pregunta y volteo a mirarlo

Me examino sin comprender a qué se refiere.

—¿No tienes frío?  —me pregunta

—Estoy bien así —le sonrío

Empieza a sacarse la sudadera. ¿Va a dármela?

—Max, no tienes que hacer esto —le digo, tratando de detenerlo

Tengo cosas de él que no le he devuelto como para que me siga dando más

—Esta haciendo mucho frío ahí afuera —empieza a ponérmela sin escucharme.

Que testarudo.

Me acomoda el pelo fuera de la sudadera.

Admito que está muy calentita.

Trato de fingir que no puedo apartar la mirada de él. Con esa camiseta blanca de compresión se ve tan…

—Ahora tú tendrás frío —digo apartando esos pensamientos impuros de mi cabeza

—Estoy bien —dice ahora él, con una sonrisa

Siento como rodea una de mis manos y me empieza a halar hacia afuera.

Nos quedamos en el final de las gradas. Miro hacia el cielo admirando el grandioso y bello trabajo que hace la luna y las estrellas.

Mi terapia es y siempre será el cielo, los libros, la naturaleza y la música, cada uno me lleva a lugares mágicos y sorprendentes

—No creí que vendrías —menciono sin mirarlo

—Perdón por no avisar —lo escucho decir—. ¿Qué tal las cosas con Sofía?

—Lleva un día fuera de la residencia. Sara con excusas tontas le preguntó a su madre si estaba con ella y nos dijo que sí —le explico mirándolo de reojo

—¿Y tú cómo estas? —se centra solo en mí

—Creo que estoy dolida por como se comportó esa noche, no solo me dolió su bofetada, también me dolió su actitud —menciono—, además tenía rato de estar peleando con Sara, se dijeron cosas horribles. Nunca habíamos discutido de esa forma, sin importar el problema siempre estuvimos juntas. Tengo miedo que esto abra una herida en nuestra amistad que no podamos cerrar

La mano de Max se posa sobre mi mano

—Tú lo dijiste es la primera vez que pasa algo así, no pueden olvidar todo lo que han pasado juntas al primer problema. Creo que tus amigas y tú son bastante listas como para saber que una amistad como la de ustedes tres no puede romperse tan fácil —me dice con una sonrisa reconfortante

El Arte de Apreciar | No EditadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora