Todo parecía transcurrir en cámara lenta, como si el mundo entero se hubiera detenido frente a los ojos de Guillermo. El golpe lo arrojó contra el suelo, levantando una nube de polvo que se quedó suspendida en el aire. Segundos después, sintió cómo su espalda era rasgada brutalmente, abierta en canal. La sangre lo cubrió, impregnando su ropa y piel, mientras una sensación de frio lo consumía por completo, notando cómo su vida lentamente se escapaba entre sus dedos y el mundo se apagaba a su alrededor. Lo último que alcanzó a percibir, con la vista nublada y borrosa, fueron siluetas que lo cegaban con una luz intensa, seguidas por estruendosos disparos que resonaban en el aire, como un eco profundo en la oscuridad.
—¡La puta madre, agárrenlo ya! ¡Tenemos que salir de acá, ahora! —Ordenó Leonardo, enfurecido, mientras descargaba el cargador entero contra la bestia, avanzando con cada disparo hacia el frente—.
—¿¡Irnos a dónde!? ¿Estás en pedo? ¡No ves que está a punto de amanecer! —Gritó Emiliano, con la voz quebrada por el miedo, mientras sus manos temblaban al acercarse al cuerpo de Guillermo—. ¡Hay que matar a esa cosa y listo!
—¿No lo entendés, Emiliano? ¡Esa cosa no se muere tan fácil! ¡Mira! —Señaló Ignacio, disparando al lado de Leonardo, sin dejar de apretar el gatillo ni un momento.
La criatura se cubría el rostro con sus afiladas garras, retrocediendo con cada impacto de bala. Sin embargo, por muchas heridas que le abrían la carne y exponían su demacrado y bizarro interior, no mostraba signo alguno de debilidad. Solo su cuerpo, sangrando aquel líquido negro y espeso como petróleo, daba alguna señal de daño. Ante la desesperación creciente de los presentes en la sala, la criatura soltó una carcajada prolongada, grotesca, semejante al chillido de una hiena, como si disfrutara del caos que provocaba.
El cuerpo de la bestia convulsionaba violentamente, y su alarido se intensificaba con cada paso hacia atrás, como si la furia en su interior creciera descontroladamente, incapaz de contenerse.
—¡Roberto, agarrá a Guille y a Mateo! A la cuenta de tres, ¡rajamos de acá! —Gritó Leonardo, mirando de reojo a Roberto. Este asintió decidido, avanzando hacia el shockeado Mateo y el cuerpo moribundo de Guillermo. —¡Y vos, Emi, cubrinos! ¡Nos quedamos sin balas! —Añadió Leonardo, mientras seguía disparando desesperadamente tratando de apuntar a la cabeza de la bestia.
—Guille... Y-yo... yo— Mateo temblaba junto al cuerpo de Guillermo. Su respiración era pesada, cada bocanada de aire más difícil que la anterior. Estaba congelado en su propio miedo, hasta que sintió una palmada firme en la espalda y un fuerte agarre que lo sacó de su trance.
—¡Mateo, escúchame! —La voz de Roberto era apremiante, sacudiéndolo ligeramente por los hombros—. ¡Necesitamos de tu ayuda ahora mismo si queremos salir vivos de acá! Se nos acaba el tiempo.
—Él... él está muerto—Tartamudeó Mateo, clavando su mirada en los ojos de Roberto.
—¡Eso no lo sabemos! —Respondió Roberto con fuerza—. Ahora, ayúdame a levantarlo. ¡Rápido!
—Bien, tres, dos, uno—Sentenció Leonardo mirando al equipo antes de gritar—¡Corran!
Roberto y Mateo levantaron el cuerpo inerte de Guillermo, cada uno sosteniéndolo, por un lado, y corrieron tan rápido como sus piernas les permitían hacia la entrada de la biblioteca. Detrás de ellos, Leonardo, Emiliano e Ignacio retrocedían disparando sin cesar, intentando mantener a raya a la bestia que no moría.
El monstruo, al sentir la cadencia de los disparos disminuir, dejó de cubrirse la cara. Mostró sus fauces abiertas, chorreando aquel líquido negro, y sus ojos negros con iris dorado brillaban de rabia. Se lanzó hacia adelante sobre sus cuatro extremidades, clavando sus afiladas garras en el suelo con cada zancada, recortando la distancia en cuestión de segundos.
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Aquella vez que el sol desapareció
Horror"Era solo un niño cuando sucedió, recuerdo tan solo destellos y momentos borrosos de aquel día, sin embargo, eso no me impidió ser marcado de por vida como a muchos de los presentes en este lugar. Aquel día que las luces se apagaron, aquella vez que...