El Rey disfrutaba de un momento de tranquilidad en su castillo, cuando un fuerte temblor sacudió los cimientos de la ciudad. Alarmado, salió corriendo hacia el exterior para evaluar la situación. Al llegar, sus ojos se encontraron con una figura gigantesca acercándose peligrosamente al castillo. No era solo una, sino un grupo de gigantes avanzando lentamente hacia la ciudad.
Antes de que pudiera reaccionar, Krakenes apareció de la nada con su típico aire juguetón.
Krakenes: ¡Hola mi rey! ¿Necesitas ayuda~? dijo mientras sonreía de manera traviesa.
Rey: No, gracias. Me imagino que todo esto es culpa tuya, ¿verdad? . respondió mientras corría directo hacia los gigantes, sin perder el ritmo.
Krakenes: ¡Auch! Eso dolió, mi rey...— bromeó, fingiendo una mueca de dolor mientras lo seguía con la mirada.
El Rey, sin perder tiempo, saltó de edificio en edificio. Su collar, siempre fiel, se transformó en una enorme lanza dorada. Con un movimiento veloz, realizó un corte contra el primer gigante, pero apenas logró hacerle un rasguño en la piel gruesa.
Krakenes (riéndose): —Parece que ese problema es demasiado grande para alguien tan pequeñito como tú, ¿no crees?
Rey (ignorándola): Tsk...se lanzó nuevamente, pero el gigante rugió y arremetió con un golpe que el Rey apenas esquivó a tiempo.
A pesar de los esfuerzos del Rey, cada golpe parecía ser insignificante contra el tamaño masivo de las criaturas. Aunque lograba esquivar sus ataques, la fatiga empezaba a acumularse. Al intentar un golpe final, un gigante lo golpeó directamente, haciéndolo caer fuertemente al suelo.
Rey (jadeando): Maldición...
Krakenes lo observaba desde la distancia, entretenida pero algo preocupada.
Krakenes: —¿Seguro que no quieres mi ayuda, mi valiente rey?— dijo canturreando.
Rey (terco): —¡NO!—
El Rey se levantó con dificultad y corrió hacia los gigantes nuevamente, atacando sin descanso, pero sus esfuerzos parecían en vano. Otro de los gigantes lo golpeó, lanzándolo por los aires. Esta vez cayó con fuerza, incapaz de levantarse rápidamente.
Krakenes (cruzada de brazos): Vamos, solo dilo...
Rey (resignado): Está bien... ¡Ayúdame!
Krakenes sonrió con satisfacción. De repente, el suelo tembló bajo sus pies. Con un movimiento de sus manos, invocó un abismo del que surgieron tentáculos enormes que se enroscaron alrededor de los gigantes, aplastándolos con facilidad. En cuestión de minutos, las gigantescas criaturas fueron derrotadas, dejando a la ciudad en paz.
Krakenes (burlona): —¿Ves? No era tan difícil pedir ayuda. Ahora, sobre lo que te dije...
Rey (cansado): ¿Qué quieres?
Krakenes: Mañana es el Festival de las Estrellas. Quiero que me acompañes, mi rey~— dijo con una sonrisa juguetona antes de desaparecer en un portal, dejando al Rey solo.
El Rey suspiró pesadamente. Su collar brilló y, como siempre, se transformó en una escoba.
Rey (mirando alrededor) ¿Por qué siempre me pasa esto...?
Frente a él, un desastre total: el campo estaba lleno de los cuerpos de los gigantes derrotados y un enorme hoyo en el suelo. Sin más opción, comenzó a limpiar el caos que Krakenes había dejado a su paso, una vez más.
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El Rey y La Anti heroína la guerra de broma
HumorEn un mundo dividido entre héroes y villanos, El Rey es un joven con autismo que se convierte en el protector de su ciudad. Criado por monjas, entre ellas su abuelita, él aprende a amar y proteger a los demás. Su vida da un giro inesperado cuando co...