Hacía mucho frío, odio temporadas de invierno, me siento en el banco del metro. Mi trasero está congelado.
Veo los coches pasar; parejas felices juntas cogidas de la mano; madres agarrando a sus hijos en brazos...
Enseguida noto una gota de agua tocar mi cabeza, estaba lloviendo.
Y en unos minutos después fue más rápido.Me levanté con prisa y me refugie debajo del tejado de una tienda de vestidos de novia.
Miré fijamente el escaparate y con mi mano toqué el cristal.
Siempre quise llevar uno a sin, que mi padre me condujiera al altar junto a mi esposo y mi hermana Matilde fuese mi madrina.-¡Hey!, ¡Te estas mojando!-
Miré hacia atrás, un coche negro con la ventanilla abierta parado delante de mí.
-No necesito que me lleve, gracias-
-Pero estas empapada-
-Estoy esperando a alguien - mentí-
El coche arrancó dejandome allí,
Volví a fijar la vista en el precioso vestido blanco de encaje.Noté la mirada de alguien, no moví ningún músculo, solo giré mis ojos hacia la persona.
-Por favor, que no seas tu -
Se tapaba la cabeza con la capucha de su chaleco, con ambas manos metidas en sus bolsillos y su vista pegada a mí.