CAPITULO 18

21 2 4
                                    

[18]

Paciencia.

"Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas."

S. Lucas 21:19

Ethan.

Nunca me había sentido tan fuera de lugar como en este instante.

Mientras los presentes tienes los ojos cerrados y oran, yo los tengo abiertos y pienso en todo lo que he hecho para llegar a este momento tan incómodo, de hecho, le dije a Hadasa que no era necesario, ella insistió en que sí. Dijo que yo también necesitaba atención y un montón de chorradas.

—Amén.

Es la primera vez que me emociono al escuchar esas cuatro palabras. El padre de Hadasa quita la mano que había apoyado en mi hombro para la oración. Le sonrío con incomodidad y me froto el brazo mirando a los lados. La evangélica vuelve a tomar asiento con su nueva lentitud, supongo ya estará cansada. Una parte de mi perdida alma se rompió al verla envuelta en sábanas, con una vía en su muñeca para recibir hidratación, su debilidad para caminar. Aunque ella me dijo que dejara de culparme, no puedo evitar hacerlo, si no fuera por mí, quizás estuviera pasando su prueba de una manera distinta. No así.

Tomo asiento al lado de ella, como hace rato. Los demás siguen en sus conversaciones, terminando de comer las galletas que quedaron. Admito que una parte de mí duele el ver a Andrew y Jasper ignorante tan deliberadamente. También puedo sentir las miradas rápidas y de reojo que me da Eylin. Ya quiero irme, pero siento que seré grosero si yo...

—Entonces...¿Cómo dijiste que te llamabas?—le doy mi atención al padre de Hadasa cuando me dirije la palabra.

—Ethan—digo solamente.

—Un placer, Ethan.

Me parece subrealista que este tipo me trate tan bien ¿Sabe acaso lo que hice? ¿Lo que le hice a su hija? ¿A su negocio? Si lo sabe no parece dar indicio de ello.

—Igualmente, señor Jones.

Asiente en respuesta y se une a la conversación con los demás. Creí que sería como los padres que dicen: " nada de señor, llámame por mi nombre". Parece que no es así.

—¿Cómo te sientes?

La voz dócil de la pelinegra suena como una melodía dulce que empalaga, sin embargo no me quejo, me he acostumbrado a ella.

—Bien, supongo.

—¿Emocionalmente?

Me detengo en el acto, la palabra «bien» estuvo a punto de salir de mis labios ¿Realmente estoy bien? Físicamente lo estoy, mentalmente también, creo. ¿Emocionalmente? Sinceramente, siento que en cualquier momento caeré en pedazos. Tengo una mezcla de sentimientos indecifrables.  Ver a Hadasa en el estado en el que se encuentra, la ignorancia de mis amigos, la indiferencia de las chicas, no ayudan a mermar la marea de culpa que siento.

Es como si el papel de villano estuviera creado para mí. Y estas son las consecuencias de mis terribles actos del pasado.

—No lo sé—me sincero.

Es la única respuesta con lógica que consigo. Ella parece entender, como siempre, porque me sonríe con cariño. La observo aún más a detalle, y lo noto. El cansancio, lo oculta, pero si te fijas bien ahí está. No es mucho y puede ocultarlo fácilmente con una de sus sonrisas radiantes, pero está ahí. También creo que debe tener grietas psicológicas, Dios la pudo haber ayudado—como no—, sin embargo eso no quita su humanidad y el trauma que debió haber presenciado por causa de ese hijo de... su madre.

RADIANTES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora