—La herida no se cura por alguna extraña razón, debería haber cicatrizado ya. —comentó el doctor, su voz llena de preocupación y desconcierto.
Sunghoon dejó escapar un quejido de frustración mientras sentía las manos del beta revisando la zona afectada.
—Lo único que puedo recetarte por ahora son más analgésicos y desinflamatorios. Pero... realmente necesitas evitar cualquier esfuerzo físico... Eso significa, nada de trabajo.
—No eres nadie para decirme lo que puedo o no hacer. —respondió Sunghoon con un tono grave y autoritario que hizo temblar al doctor.
—Solo es mi recomendación, joven Park... —el beta intentó mantener la calma, aunque se notaba algo nervioso.
—¡Te dije que-…!
—Obedecerá. —interrumpió una voz firme desde la puerta. Seung-o entró en la habitación con pasos seguros y la mirada fija en su hijo. —Se cuidará porque es su responsabilidad estar sano si realmente quiere convertirse en el líder de la mafia. ¿O me equivoco?
Sunghoon cerró la boca, bufando mientras dejaba que el doctor siguiera vendando su herida sin decir más. Sabía que discutir con su padre en ese momento era inútil.
—Gracias, doctor. —dijo Seung-o al beta, que rápidamente terminó su trabajo y abandonó la habitación con una inclinación respetuosa.
Cuando quedaron solos, Seung-o se acercó a su hijo, con una expresión seria pero tranquila.
—¿Escuchaste bien? Nada de trabajo por ahora.
—Tengo que encontrar a los culpables... —murmuró Sunghoon, sin poder ocultar su frustración.
—Dimitri y yo nos encargamos de eso. —respondió su padre con una calma que solo aumentaba la tensión de Sunghoon.
—¿El tío Dimitri? —Sunghoon soltó una risa amarga. —¿Por qué lo trajiste aquí? Los demás van a pensar que somos débiles, que no podemos manejar las cosas por nuestra cuenta.
—No podemos hacerlo solos, Sunghoon. Si nuestros enemigos se enteran de que estamos flaqueando, nos aplastarán. Dimitri está aquí para dar la impresión de que el mafioso más poderoso de Europa está trabajando con nosotros. Es una perfecta cuarteada.
—Esa mierda no va a funcionar. —replicó Sunghoon, apretando los dientes.
—Hablas con el líder de la dinastía Park, hijo. Yo sé lo que funciona en este negocio.
Sunghoon desvió la mirada, evitando el intenso contacto visual de su padre, sabiendo que discutir más solo lo agotaría.
Seung-o se levantó, caminando hacia la puerta. Pero antes de salir, se giró hacia su hijo, lanzándole una última orden:
—A las cuatro en punto, estarás en la habitación de Jaeyun. Te enseñará un poco de piano.
Sunghoon levantó la cabeza de golpe, incredulidad cruzando su rostro.
—¡Te dije que no necesitaba esas tontas clases!
—¿Y qué piensas hacer? ¿Quedarte aquí tumbado hasta que te recuperes? Te he encontrado una distracción útil. Te conviene.
—Padre...
—No es negociable, Sunghoon. Es un sí o es un sí.
Sin decir más, Seung-o salió de la habitación, dejando a su hijo con una mezcla de frustración y resignación. Sunghoon soltó un largo suspiro, cubriéndose los ojos con la mano.
Lo último que quería era pasar tiempo con Jaeyun. Ese omega le irritaba hasta la médula. Infantil, tonto, sin gracia alguna. Para colmo, ese olor dulzón a vainilla siempre lo mareaba. Nada en él le agradaba. ¿Y ahora tenía que pasar horas a su lado, "aprendiendo" algo que ni siquiera quería?

ESTÁS LEYENDO
• 𝐅𝐀𝐓𝐄𝐃 • | ʲᵃᵏᵉʰᵒᵒⁿ
Fanfiction𝘽𝙤𝙪𝙣𝙙 𝙗𝙮 𝙗𝙡𝙤𝙤𝙙, 𝙙𝙞𝙫𝙞𝙙𝙚𝙙 𝙗𝙮 𝙛𝙖𝙩𝙚 Jake, un omega de espíritu libre, es hijo de uno de los mafiosos más poderosos de Europa. Sunghoon, un alfa frío y calculador, está destinado a heredar el imperio criminal más temido de Asia...