segundo

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—¿Es mi imaginación o Emi tiene una playera de cars, azul? —la rizada pregunta, viendo a su hija y a la de Becky pintar con crayones debajo de la sombra de un árbol, con gestos alegres plasmados en sus rostros, disfrutando del día.

Han pasado tres semanas y Freen sigue buscando a Becky. Va a todos los parques a los que va ella. A la castaña no le molesta para nada, al contrario. Le encanta tener alguien con quien platicar. Siempre hablan de diferentes temas. Freen le cuenta como va su trabajo, las cosas en casa y Becky le oye atentamente. Porque le encanta la voz de la rizada, en la manera lenta y pausada de como salen las palabras de su boca. Todos los días tiene algo nuevo por contar, a veces eran cosas que veían en las noticias o un dato curioso que salía en alguna página de internet, todo eso Becky lo encontraba interesante.

Se encoge de hombros y le da una mordida al emparedado que preparó en casa. Es de pollo con un poco de queso. Su mirada viaja también hasta donde están ellos. Le encanta saber que su osita tiene a alguien de su tamaño para compartir ratos agradables. 

—Se coló en el lavado. Tratamos de devolverla pero nadie la reclamó. A mi osita le gustó porque se veía nueva y los colores aún brillan. Creo que es su favorita por eso.

Freen asiente en comprensión y no dice nada más. Siente algo de pena por Emi, porque es una niña encantadora y noble. Emi merece más que una camiseta colada en el lavado.

En esas tres semanas ha aprendido bastante de la castaña. Un poco de su vida y todo. Por ejemplo, que fuma en vez de comer, para calmar su hambre y sentir que el humo le llenaba. Que comía cuando mucho 10 veces en una semana, con tal de que su hija tuviera que comer. O que prefería el café cargado a con leche. Que su sueño fue ser pediatra, pero se vio acabado cuando se embarazó de Emi. También se había fijado bastante en sus movimientos. Cuando estaba nerviosa se acomodaba el cabello detrás de la oreja, y si le decías algún cumplido ella reía abiertamente y negaba con la cabeza. A veces fumaba con el cigarrillo entre su dedo medio y el índice. En otras ocasiones con el índice y el pulgar. O que sus mejillas se teñían de un rojo vivo cuando sus rostros quedaban demasiado cerca.

—¿Qué tal si hoy te invito a cenar?

Becky hace una mueca graciosa a Freen y se ríe. Siempre es graciosa y divertida. Le encanta así. Nunca se aburre, todo el tiempo sale con una broma o un comentario sarcástico, claro, nunca siendo grosera.

—Por mi perfecto, sólo un detalle. No sé donde dejar a Emi.

—Podemos dejarla con mi madre, ahí dejaré a Nita también. No se molestará, adora a los niños. 

—Entonces sí. Acepto —estira su mano a la rizada y ella la toma, como si estuviesen cerrando un trato.

Cada quien se va por su parte y deciden que Freen pasará por ellas a las 7:30 de la noche.

Becky se baña con su osita dentro de la bañera. El agua se ensucia y pequeñas burbujas se hacen a causa del shampoo y jabón que usan. Lavan su cabello y tallan sus brazos para estar limpias. Salen de ahí cuando sus dedos están arrugados y a Emi están a punto de dolerle. Con toallas gruesas se secan sus cuerpos. Becky entra al baño nuevamente para quitarse los vellos que le comienzan a picar. Toma el rastrillo y hace su trabajo. La niña le espera en la habitación, donde se está secando el cabello. Viste a su hija con una pijama porque Nita le dijo que harían pijamada, verían películas y comerían palomitas. 

—¿Qué son palomitas, mami? —Emi pregunta, cuando ve a su madre parada frente al espejo, probándose un vestido negro. Le sienta bien la ropa. Sus piernas lucen gruesas a pesar de ser bastante delgada, le queda un poco suelto pero no se ve mal.

—Son... palomitas, osita. Se comen cuando ves una película. Son saladas, aunque también hay de dulce. Sólo que no debes comer muchas o tu pancita dolerá mucho.

Bracelets - FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora