tercero

200 23 9
                                    

Abre los ojos, la luz le ciega un poco, los cierra rápido y los abre nuevamente, poco a poco, acostumbrándose a la claridad. Si hay sol, significa un día caluroso, aunque lo duda, el clima en Bangkok cambia cada dos por tres. Aclara su mente y recuerda todo los sucesos de anoche. La cita, la revelación de Becky, después ellas haciéndolo y ¡pum! Emily llorando. 

Ver a la niña así le destrozó todo dentro. Siente que algo falta y se da cuenta que la cama está vacía. Completamente. Sólo está ella, con las sábanas enredadas en sus piernas. No hay ruido en la casa, y eso le asusta. Da vuelta y queda en el lugar donde Becky durmió. Olía a ella. Era fresco, dulce, sin llegar a ser empalagoso. Estira y truena sus huesos antes de ponerse de pie, le encanta esa sensación de que durmió cómoda bien acompañada. 

Hay una nota en su buró. Es de Becky, en ella está escrito su número de celular, y sonríe. Su letra es algo desordenada pero bonita y original. Abajo está Nita, desayunando cereal con leche y su uniforme del colegio puesto. ¡Joder! Era lunes, tenía que llevar a la niña a clases. Se pone una camisa de pijama, asea su cara y boca. Toma las llaves del auto y ayuda a su hija a ponerse la mochila sobre su espalda.

—¿Viste a Becky irse? —pega el coche cerca de la acera, justo al lado del colegio infantil. Hay unos cuantos avisos pegados fuera de este pero no tiene tiempo para leerlos.

—Ella me vistió y me dio el desayuno. Dijo que se le hacía tarde, no sé para que, no dijo.

Asiente en comprensión y despide a su hija con un beso tronado en la mejilla. Cuando esté en la oficina la llamará.

_____

Una semana y Freen nunca le llamó. Becky entendía, fue cosa de un rato y estuvo bien. El sexo estuvo bueno, lo acepta. Pero lo que no acepta es otro corazón roto. No tenía tiempo de pensar en eso ahora. No ahora que Apinam estaba en camino a hablar con ella. Sabe que el hombre está enojado y puede esperarse de todo.

Abre sus ventanas porque hace un poco de calor, no quiere sudar. Cuando corre las cortinas el sol choca con su rostro y le lastima la vista, achica los ojos para no hacer tan grande el problema. Con las cortinas y ventanas abiertas, se asoma, mira a la gente pasar, todos traen ropa que les cubra del fresco, el astro de luz acaricia sus cuerpos y parecen disfrutar de ese calor que les brinda, algunas tienen los labios hacia arriba, esbozando sonrisas. Becky niega con la cabeza cuando ve a Apinam bajarse de su auto. Abre la puerta y está ahí, más molesto que nunca. El miércoles le habló diciéndole que tenían que conversar muy seriamente. Así que, hoy viernes, lo harían.

El hombre mayor entra al pequeño departamento y agradece de que su hija —porque lo es— esté dormida. Observa todo a su alrededor y nota que está como la última vez que vino, hace poco fue pero Becky acostumbra cambiar las cosas de lugar porque le aburre.

Becky rueda los ojos cuando ve a Apinam sentarse en el sillón, cruzando sus piernas.

—¿Qué hacía Emily en mi casa? ¿Y tú que buscas con Freen? ¿Más dinero?

—Yo no busco nada de ella. Para tu información, ella me busca a mí. Y en realidad, si necesito dinero. 3000 baths cada quince días en estos tiempos no es nada. Pero no por eso veo a Freen. Es sólo una amiga.

—Te doy el dinero justo para que la niña coma —se para rápido, y con su gran mano, agarra la mandíbula de Becky, fuerte, lastimándola. La acerca a su cara y ella gime de miedo. —¿Quieres más dinero? Te lo daré, pero te alejas de mi hija y de mi nieta.

—Emily no necesita sólo comida. Tengo que pagar la luz y el agua. No alcanza. Además, no me voy a vender por tu dinero. No otra vez.

Apinam ríe, irónico.

Bracelets - FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora