finalizada ⋮ donde taehyung es un omega con una personalidad dulce que cuando esta en su little space su mentalidad se asemeja a la de un cachorro, inocente y dependiente, lo que lo lleva a necesitar protección y cuidado constante. jungkook, su alfa...
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TaeHyung caminaba por las vibrantes calles de Seúl, el aire fresco de la tarde acariciaba su rostro mientras una mezcla de sonidos urbanos llenaba su entorno: el murmullo de la gente, el canto lejano de un músico callejero y el sonido característico de los taxis al pasar. Su corazón latía con más fuerza de lo habitual, no por ansiedad, sino por una extraña sensación de libertad. Había pasado dos días enteros sin entrar a su espacio, y esa libertad lo llenaba de una alegría inusual. Su espacio, ese refugio personal que solía ser un mecanismo de defensa contra las tormentas emocionales que a veces lo abrumaban, parecía un recuerdo distante en ese momento.
De pronto, su celular vibró en su bolsillo, interrumpiendo sus pensamientos. Miró la pantalla y vio el nombre familiar: "Llamada entrante de Sunie 🏵". Una sonrisa se dibujó en su rostro, ya que Joo-Sun siempre traía consigo un aire de emoción contagiosa.
— ¿Joo-Sun? — Contestó, su voz rebosante de curiosidad.
— ¡TaeHyung! ¿Estás en tu espacio? — Preguntó Joo-Sun, su voz estaba llena de energía, pero un fondo de música animada resonaba en el fondo, indicando que había algo más que simple conversación en marcha.
— No... ¿Por qué Joo-Sun, qué ocurre? — Su corazón se aceleró un poco, el tono de Joo-Sun insinuaba que algo importante estaba por suceder.
— ¡Haré una fiesta! Nada que a ti no te guste, tranquilo. ¿JungKook está contigo? No responde mis llamadas — Dijo rápidamente, como si cada palabra fuera una bomba de adrenalina.
TaeHyung sintió un ligero golpe de preocupación. JungKook, su Alfa, solía ser bastante receptivo a las llamadas de Joo-Sun.
— No, de hecho, le avisaré. ¿A qué hora es? — Respondió, tratando de mantener la calma mientras su mente comenzaba a divagar.
— A las seis, ven temprano. ¡Adiós! — Y la línea se cortó.
Se quedó mirando el teléfono unos segundos, perplejo. “Qué extraño, siempre contesta. Lo llamaré”, pensó, sintiendo una inquietud crecer en su pecho. Timbró una vez, dos, hasta tres veces. La preocupación se transformó en incomodidad. “¿Y si JungKook está...?” Su mente se tornó inquieta, abrumándolo con pensamientos que preferiría evitar.
«¡No! Vamos a confiar en JungKook. Y si está haciendo lo que tú piensas, bobo, será problema suyo», reprimió su lobo, tratando de acallar esa voz interna que siempre parecía enredarlo en dudas y celos.
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