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Pasaron varios días en los que nadie sabía nada de Taylor. Se había encerrado en su penthouse, completamente desconectada del mundo exterior. Sus redes sociales estaban en silencio, algo poco común para ella, y la disquera empezaba a preocuparse. Jack había comentado que hacía días que no aparecía por el estudio, y cada vez que intentaba contactarla por redes, su teléfono sonaba sin respuesta. Incluso Mark, empezaba a impacientarse; le había mandado varios mensajes sin obtener respuesta. Para él, Taylor siempre había sido puntual y profesional, pero ahora parecía una sombra de la artista comprometida que conocía.

La única persona con la que Taylor mantenía contacto era Abigail, a quien le había dicho que necesitaba estar sola, intentando aclarar sus pensamientos. "No te preocupes, solo necesito tiempo," le repetía a Abigail cada vez que intentaba sacarla de su encierro. Pero ese tiempo que pedía estaba perjudicando el trabajo. Los plazos comenzaban a apretarse, y todos, desde Jack hasta los ejecutivos de la disquera, se sentían en el limbo.

Taylor, en el fondo, sabía que no podía seguir así. Pero las pocas veces que había salido de su penthouse fue únicamente para ir a bares, tomar hasta que su mente se despejara, o eso intentaba. Sin embargo, su reserva de alcohol en el penthouse le facilitaba no tener que enfrentarse al mundo exterior. Podía aislarse, apagar su teléfono, y desaparecer entre las sombras de su propio espacio.

Cada vez que el alcohol pasaba por su garganta, sentía una breve calma. Pero al mismo tiempo, era consciente de que estaba prolongando algo inevitable: enfrentarse a sus sentimientos, a Jack, y al caos que sentía dentro de sí misma.

                             • • •

Taylor estaba recostada en su sofá, una copa de vino en la mano, con la botella ya a medio vaciar sobre la mesa. Las luces del penthouse eran tenues, y todo a su alrededor parecía suspendido en el silencio. De repente, su teléfono vibró en la mesa. Lo tomó con desgana, esperando otro mensaje de Mark o quizás alguna notificación que no le importaba. Al desbloquear la pantalla, vio un mensaje de un número desconocido.

Taylor, ¿estás bien? Responde, por favor.”

Frunció el ceño y dejó el teléfono a un lado. No estaba de humor para responder a un extraño, pero entonces, sonó una llamada del mismo número. Dudó por un momento, mordiéndose el labio, pero al final decidió contestar. Hacía días que no hablaba con nadie, y aunque no quería admitirlo, necesitaba oír otra voz que no fuera la suya.

“¿Hola?” contestó, su voz un poco más áspera de lo normal, entre el cansancio y el vino.

“Taylor” la voz al otro lado era inconfundible, Jack. Sonaba tranquila como siempre, pero había algo en su tono, una mezcla de preocupación y enojo que ella no esperaba. “¿Dónde has estado?”

Taylor no respondió de inmediato, tomó un sorbo de vino, dejando que el silencio se alargara.

“Estoy bien” respondió finalmente, aunque sabía que no era verdad.

“¿Estás bien?” repitió Jack, con un leve tono sarcástico. “Hace días que no apareces en el estudio, no respondes los mensajes, y Mark me dio tu número porque está preocupado. ¿Qué está pasando?”

Taylor suspiró, sintiendo la presión en su pecho aumentar. No estaba preparada para esta conversación, y menos con él.

“Jack, no es tu problema. Sólo… necesito tiempo” dijo, pero su voz temblaba un poco.

Jack lo notó al instante, su tono cambió, aún preocupado pero más suave.

“Taylor, no puedes seguir así. Este es tu trabajo, y lo que sea que esté pasando... no puedes simplemente desaparecer.”

Irresponsables | Swift & AntonoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora