Flor de loto [Muichiro Tokito]

Capítulo 17

Ren ya se dirigía a la finca del pilar de la serpiente, esos días en la finca de Mitsuri y su entrenamiento, le había ayudado a ser más flexible y era un paso para hacerse más fuerte

–¡Iguro-san!– gritó al ver al pilar en la puerta de su finca esperándola

–Ren–chan, te he estado esperando– Iguro la vio de pies a cabezas y luego vio el bento en la mano de la menor

–Kanroji-san mandó esto, es para ti– Ren mostró el bento con comida, los ojos del pilar se iluminaron al escuchar que Mitsuri le había mandado algo, la peliblanca no pudo ni reaccionar porque Iguro ya le había quitado el bento de sus manos

–esperame en la puerta de la sala de entrenamiento, en un rato voy–

Ren camino por la finca hasta encontrar la puerta de la sala, esperó a Iguro por una hora hasta que llegó

El pilar se había demorado comiendo los mochi saboreando cada uno, hasta que se dio cuenta de que había pasado una hora, así que fue a buscar a la chica y la encontró sentada en la puerta con cara de aburrimiento

–blandiras tu espada, mientras esquivas los obstáculos– explicó Iguro, no hubo ni una sola disculpa por el hecho de llegar tarde

Al entrar sus labios se abrieron al ver la escena, cazadores atados en vallas, tenían la boca vendada y se quejaban

–Iguro-san porque los tiene asi, cual fue su crimen para estar atados– Ren no podía creer lo sádico que podía llegar a ser el pilar de la serpiente

–el crimen de ser débiles, el crimen de olvidar, el crimen de terminar con mi paciencia–

El entrenamiento más aterrador para Ren había empezado, la chica trató de moverse cuidadosamente para no dañar a ningún cazador quienes suplicaban por su vida, Iguro atacó por varios lugares, parecía que la espada de madera que utilizaba el pilar se doblara como una serpiente

Pasarón unas horas y Ren había logrado atinar un golpe en el brazo de Iguro, el pilar le felicitado y le dejó ir con el siguiente, era hora de ir con su sensei 

El camino de la finca de la serpiente al dojo del viento estaban a una considerable lejanía, cuando llegó ya era de noche, ingresó y cuando menos se dio cuenta Sanemi ya lo había golpeado en la espalda como forma de saludo, haciendo que la chica casi se caiga

–¡Sensei, lo extrañe!– gritó abriendo los brazos para abrazarlo

–¡callate!, no grites que hay muchos cazadores– regañó Sanemi empujando a la chica, Ren se rasco la cabeza avergonzada de cómo había actuado, –ve a dormir, mañana bien temprano te quiero ver en el campo de entrenamiento– la chica asintió a lo que dijo y empezó a caminar en dirección contraria dirigiéndose a su habitación, –una cosa más, tendrás compañía– escucho que la voz de su Sensei era de burla pero cuando se dio la vuelta ya no estaba