CAP 6. Daren MacQuoid

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El día era tan perfecto como una pintura, pero para Elodie, era una nauseabunda representación de una vida a la que no le habían dado opción de elegir. Vestida con un elaborado vestido, su cabello recogido en un moño, se sentía como una muñeca, obligada a sonreír y a seguir las reglas de un juego al que no quería pertenecer.

Su compromiso con Daren MacQuoid era una farsa. Un acuerdo político que la unía a un hombre al que apenas conocía. Mientras caminaban por los jardines, intercambiando frases vacías, Elodie no podía evitar sentir una profunda tristeza.

—Sabes, eres un buen chico —le dijo a Daren en chico de facciones suaves y definidas, ojos color oscuro, intentando encontrar un punto en común.

—Usted es muy hermosa, princesa —respondió él, con una sonrisa demasiado perfecta. Su cabello castaño estaba perfectamente peinado.

—Puedes llamarme Elodie. Vamos a casarnos pronto, así que no seas tan formal.

—Claro, Elodie.

—Entonces... ¿qué te gusta hacer? —preguntó, intentando encontrar un tema de conversación más interesante.

La conversación fluyó con dificultad, interrumpida por una extraña sensación que comenzó a apoderarse de Elodie. Una voz, lejana pero insistente, resonó en su cabeza.

¨Es mi hija también... ¨murmuró aquella voz dentro de su cabeza, llena de angustia.

Elodie se sintió mareada y se tambaleó, apoyándose en Daren.

—¿Te sientes bien? —preguntó él, preocupado.

Negó con la cabeza, sintiendo como si su mente se estuviera fragmentando. Imágenes borrosas de una mujer joven, con ojos llenos de dolor, destellaban en su mente.

¨Debo cumplir mi deber, no puedo estar contigo. Tienes que irte antes que mi madre te vea o te matará...¨ Las voces se mezclaban, creando una película en su cabeza.

—¡Me estoy volviendo loca! —susurró para sí misma, desesperada.

A lo lejos, vio a su madre y al padre de Daren acercándose. Sin pensarlo dos veces, repitió las palabras que había leído en el libro antiguo. De repente, un arbusto cercano se incendió, envolviendo a todos en una nube de humo.

Aprovechando la confusión, Elodie se levantó y corrió hacia el bosque, sintiendo el peso de la desesperación y la confusión. Necesitaba escapar de aquellas voces.

Se adentró en el bosque, sin rumbo fijo, buscando un lugar donde esconderse. Se sentó al pie de un árbol, tratando de recuperar el aliento. Cerró los ojos y las visiones regresaron con más fuerza. Vio a su abuela, con una expresión de furia en el rostro, hablando con una mujer joven que sostenía un bebé en brazos.

—Esto se considera una traición a la familia, pero ocultaremos esta vergüenza. Encontraremos quien se case contigo aun teniendo esa malnacida.

Al abrir los ojos, Elodie se encontró con la mirada preocupada de su madre.

—¿Estás bien? ¿Qué te pasó?

—Nada, me caí —mintió, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Quieres explicarme por qué saliste corriendo al bosque de esa manera?

Elodie sabía que no podía contarle sobre sus visiones a su madre, no le creería. 

Jaque MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora