Alissa y Victoria habían sido amigas desde que tenían memoria. Sus risas resonaban en el aire de su pequeño pueblo en Puerto Rico, donde crecieron jugando en los parques, compartiendo secretos y soñando con el futuro. Sin embargo, había un secreto que ambas guardaban en lo más profundo de sus corazones: el amor que sentían la una por la otra.Los años pasaron, y aunque la vida las llevó por caminos diferentes, su conexión nunca se debilitó. Alissa era extrovertida y llena de energía, mientras que Victoria era más reservada y reflexiva. A pesar de sus diferencias, se complementaban a la perfección. Pero había un silencio entre ellas, una palabra no dicha que pesaba en el aire.
Una noche de verano, Alissa recibió una invitación para una fiesta en casa de unos amigos. La idea de salir y divertirse la emocionaba, pero había algo más: la idea de ver a Victoria vestida para la ocasión, con su elegante traje negro que resaltaba sus ojos celestes. Sin pensarlo dos veces, Alissa decidió que iría a la fiesta.
(...)
La música retumbaba en el fondo mientras Alissa entraba en la casa llena de luces y risas. Se sintió viva, rodeada de amigos y buena energía. Sin embargo, su mirada buscaba a Victoria. Cuando finalmente la vio, su corazón dio un vuelco. Victoria estaba en un rincón, conversando con un grupo de chicas. Su risa era como música para Alissa, pero había algo diferente en la atmósfera esa noche.
A medida que avanzaba la noche, Alissa se dejó llevar por el ambiente festivo. Bailó, rió y disfrutó de cada momento. Sin embargo, cuando vio a una chica nueva en la fiesta, algo cambió. La chica era carismática y divertida, y antes de que Alissa pudiera pensarlo dos veces, se encontró riendo y coqueteando con ella.
Victoria, por otro lado, observaba desde la distancia. Su corazón se hundía al ver cómo Alissa sonreía a otra persona. No podía evitar sentir celos y tristeza al mismo tiempo.
¿Por qué nunca se atrevió a confesar sus sentimientos?
Victoria estaba perdida dentro de esa pregunta en su mente, cuando de un momento a otro Alissa se inclinó hacia la nueva chica y la besó, en ese momento el mundo de Victoria se desmoronó. Era como si el tiempo se detuviera. La risa y la música se desvanecieron; solo quedó el eco de su propio dolor. Se dio la vuelta y salió de la fiesta sin mirar atrás.
La lluvia comenzó a caer con fuerza mientras Victoria caminaba hacia su casa. Las gotas golpeaban su piel como si fueran lágrimas del cielo. Cada paso que daba era un recordatorio del amor no correspondido que había llevado consigo durante años. Se sentía sola y perdida.
Alissa salió de la fiesta poco después, riendo con sus amigos, pero cuando se dio cuenta de que Victoria no estaba, su corazón se detuvo. La risa se le congeló en los labios y un nudo se formó en su estómago. Sin pensarlo dos veces, salió corriendo tras ella.
La lluvia caía intensamente cuando finalmente encontró a Victoria, parada en medio de la calle, con los ojos llenos de lágrimas. Alissa se acercó lentamente, sintiendo cómo su propio corazón se rompía al ver a su mejor amiga tan herida.
—Victoria —dijo Alissa con voz temblorosa—, espera.
Victoria no respondió; simplemente continuó caminando, tratando de alejarse del dolor que sentía. Alissa la alcanzó y tomó su brazo suavemente.
—Por favor, solo escúchame —suplicó Alissa—. No quería que te enteraras así.
Victoria se detuvo y giró su rostro hacia Alissa. Las lágrimas caían libremente por sus mejillas, mezclándose con la lluvia.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Victoria entre sollozos—. ¿Por qué te besaste con ella?
Alissa sintió cómo su pecho se apretaba ante el dolor de su amiga. No sabía cómo explicarlo.
—No lo sé… Yo.. solo me dejé llevar —admitió—. Pero eso no significa nada. No significó nada para mí.
Victoria sintió un ardor en su pecho al escuchar esas palabras. La herida era profunda, pero había algo más que quería saber.
—¿Y qué hay de nosotros? —preguntó Victoria—. ¿Qué somos tú y yo?
Alissa sintió que el aire se le escapaba por un instante. Era el momento que siempre había temido y deseado al mismo tiempo.
—Eres todo para mí —confesó Alissa, dejando escapar las palabras que había guardado durante tanto tiempo—. Te he amado desde siempre, Victoria. Siempre había tenido miedo de perder nuestra amistad si te lo decía.
Victoria miró a Alissa con incredulidad y con un brillo de esperanza en sus ojos al mismo tiempo. Las palabras resonaban en su mente como un eco familiar. Aunque estaba lastimada, Victoria se sentía felíz de escuchar eso
—Yo también te amo. Desde siempre —dijo Victoria finalmente—. Baby te juro que había estado esperando el momento en el que tú lo dijeras.— volvió a hablar Victoria ahora con una sonrisa de oreja a oreja
Ambas se miraron fijamente mientras la lluvia seguía cayendo a su alrededor. El mundo a su alrededor desapareció; solo existían ellas dos.
Sin pensarlo más, Alissa se acercó y tomó el rostro de Victoria entre sus manos. Sus corazones latían al unísono mientras sus labios se encontraban por primera vez. Fue un beso lleno de emociones reprimidas y promesas no cumplidas. La lluvia parecía celebrarlo, envolviéndolas en un abrazo en el que pudieron demostrar todo el amor que sentían una por la otra
Cuando finalmente se separaron, ambas sonrieron entre lágrimas y risas nerviosas.
—Nunca pensé que esto sucedería bajo la lluvia —dijo Alissa, limpiándose las lágrimas con una mano.
—A veces las mejores cosas suceden en los momentos más inesperados —respondió Victoria con una sonrisa brillante.
Se quedaron allí bajo la lluvia, abrazadas y riendo como si el mundo hubiera vuelto a empezar para ellas. En ese instante supieron que no solo eran amigas; eran algo mucho más profundo, un amor que había florecido silenciosamente a lo largo de los años.
Mientras el agua continuaba cayendo sobre ellas, Alissa tomó la mano de Victoria y juntas caminaron hacia su futuro, listas para enfrentar cualquier tormenta que pudiera venir.
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💌Att: Sar_Mik®
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One shots [young Miko]
Romancepequeñas historias sobre Young Miko algunas de estas historias incluirán contenido +18, dichas historias tendrán una advertencia al principio de la misma así que queda en sus manos leerla o no no me hago cargo de traumas producidos por estás histo...